lunes, 19 de diciembre de 2005
viernes, 16 de diciembre de 2005
NUEVO DÍA

La luz vence tinieblas
por campiñas lejanas,
el aire huele a pan nuevo,
el pueblo se despereza,
ha llegado la mañana.
al amanecer,
con un beso blanco
yo te desperté.

La noche llegó,
la noche llegó,
Porque la montaña
se ha tragado al sol.
Y en la montaña se oye
un eco de gemidos
El viento ha quebrado juncos
que ya estaban florecidos.
Porque se ha escondido el sol,
se queda muda de pronto

la flauta del gorrión.
Saca la red,
hermano, saca la red,
que ya ha salido la luna,
no la vayas a coger.

una mariposa blanca
de un lirio se enamoró.
que no, que no,
que tú a mí no me quieres
como te quiero yo
miércoles, 14 de diciembre de 2005
CUENTOS SIN MORALEJA (II)
sábado, 10 de diciembre de 2005
SUGERENCIAS CINEMATOGRÁFICAS (I): MEDITERRÁNEO
Mediterráneo (1991). Nacionalidad: Italiana. Director: Gabriele Salvatores. Guión: Enzo Monteleone. Intérpretes: Diego Abatantuono (Nicola Lorusso); Claudio Bigagli (Raffaele Montini); Giuseppe Cederna (Antonio Farina); Claudio Bisio (Corrado Noventa); Vanna Barba (Vassilissa). Música: Giancarlo Bigazzi; Marco Falaggiani. Premios: Oscar al mejor film de habla no inglesa.
Segunda Guerra Mundial. Un puñado de soldados italianos son destinados a una pequeña isla perdida del mar Egeo con la misión de vigilar el posible paso de barcos enemigos y mantener la posición. Pero los barcos no aparecen y la isla parece abandonada. Tras la ruptura de la radio militar, el grupo queda aislado del mundo exterior y comienza a tomarse su trabajo con más calma. Los habitantes de la isla (sólo ancianos, niños y mujeres -la población valida está en el frente-), que han permanecido escondidos, cuando descubren que los militares son inofensivos, vuelven a su pueblo. Poco a poco se recupera en la isla el ancestral ritmo de vida cotidiano. El destacamento va quedando atrapado en él de una manera natural. La guerra se va olvidando...
Mediterráneo es calma como los posos del café. Mediterráneo se disfruta con la tranquilidad de una bucólica puesta de sol en la playa. Mediterráneo es alegre como un partido de fútbol de la infancia. Mediterráneo es entrañable como el recuerdo de la primera novia, el momento antes de dar el primer beso. Mediterráneo es profunda y simple como la filosofía de los ancianos curtidos por la experiencia marinera. Mediterráneo es clara, honesta como el color de su mar. Mediterráneo se ve, se siente, se huele. Mediterráneo te obliga a ser optimista con la vida.
viernes, 2 de diciembre de 2005
EN UN LUGAR SOLITARIO (I)
McPherson: "Tiene ud. buena memoria, sr. Lynecker"
McPherson: "Sí. Sólo una. Hace dos años, el diecisiete de octubre empezó escribiendo en su columna la crítica de un libro, pero al final mencionaba ud. el caso del asesinato de Harrington"
McPherson: "Ud. también figura en la lista"
miércoles, 30 de noviembre de 2005
PROPÓSITOS
Voy a pelearme con tu calle vacía,
Voy a tirar mil piedras a tu balcón
Para comprobar que soy capaz
De llegar a tu puerta.
Voy a arriesgarme a encontrarte,
Voy a gritar hasta que ronquee mi timidez,
Voy a dejar de buscarte con los ojos
Para empezar a encontrarte
Con las palabras.
Voy a mancillar los umbrales de tu templo,
Voy a dejar mi huella en tu territorio,
Voy a tomar posesión de tu divinidad,
Para contemplar, al menos, la posibilidad
De volverte mortal.
© Jesús Martín Camacho. 2005.
Barrio Gótico. Barcelona. Foto: © J. Martín Camacho. 2005.
jueves, 24 de noviembre de 2005
LAS CRINES VERDES
Isla Cristina. Huelva. Foto © Jesús Martín Camacho. 2005
Pasas, vestida de mar, rebanando olores que queman mi garganta,
Dejas caer tu intensidad no más para que me vea incapaz de adorarla
Y me despelleje en ritmos cotidianos, sepulturas mohosas que
Sólo esperan el paso del tiempo adocenado.
Te veo venir, pero sólo me puedo arquear y malear mi fuero.
Inocente, la culpa empieza a arañar mi conciencia,
Revuelve la cadena de incomprensiones que me excitan
Y metamorfosea los nudos de mi actitud en discapacidad plena.
Hoy no caminas y yo te veo venir entre crines de caballos verdes,
¡Cuánto puedo vislumbrar de tu imagen preñada de incisos!
La voz no desmenuza mis labios ni pretende liberarse.
Ya ni siquiera te veo cuando no estás ahí, interrogante.
El camino simplemente se recuesta sobre sí mismo y calla.
Sólo queda estar a la espera sin que ocurra nada. Abulia.
© Jesús Martín Camacho. 2001
jueves, 17 de noviembre de 2005
GETARES

De mañana, temprano, el olor a húmedo salitre, los pasos desnudos, fríos, la arena regularmente ondulada tras el paso del tractor, la marea baja, pausada, incitadora al primer contacto de la jornada.
Al mediodía el calor en la piel, demasiado tostada como para sentirlo, el hambre abriéndose paso entre los juegos, almuerzo con el resto de la familia, que vino a pasar el día, el olor a la sandía que resbala por la barbilla, cae al pecho, se mezcla con la arena, dulce crujiente. La siesta, inevitable para los mayores, y guardar la digestión, obligada para los niños (aceptada a regañadientes y no siempre).
La tarde, que no empieza de verdad hasta que los intrusos que llegaron en masa se van yendo a medida que el calor deja paso a la brisa marina, nos recibe para que nos demos el último baño, el que mejor se recuerda, el que más se disfrutaba porque había que ir a ducharse para estar limpios en la cena.
La noche, tiempo de charlas entre el vino y el mus (parchís y bingo para las madres), hora de reunión entre los vecinos de casetas, hechas de tablones de madera. Las fogatas nos iluminan a intervalos en nuestro terreno de correrías, nos muestran vestidos con chándals y disfrutando de unas vacaciones que nunca volverán a repetirse.
Aún me alumbran esos fuegos cuando pienso en aquellos días. Se echan de menos. Cuando eres niño, la playa, el campo, el pueblo no son tales, sino que son tu playa, tu campo, tu pueblo. Luego, conforme pasa el tiempo, aunque el vínculo se debilita y se socializa tu propiedad, cada cierto tiempo un repentino puñetazo en la boca del estómago hace que vuelvas atrás tu pensamiento, tu vista, tu olfato, tu tacto... creo que a eso le llaman nostalgia. Nostalgia a tu playa, tu campo, tu pueblo. Nostalgia a tu infancia.
sábado, 12 de noviembre de 2005
LA INICIACIÓN

jueves, 10 de noviembre de 2005
AD HOSPITIVM
El umbral está en tu nuca;
Despoblemos su camino de fronda.
La abrupta cima de tu clavícula
Es coronada de besos apenas opresivos
Las concavidades de los omóplatos;
Despeñado torrente de hormigueos.
El mediodía entre tus pechos;
La tibieza de un descenso.
El descanso en el vientre;
La planicie de su tersa (im)paciencia.
Recorro las dunas de tus caderas;
Inabarcables, incitadoras, hospitalarias.
El ángulo interior de tus muslos anhela
La exploración de su umbría calidez.
He alcanzado tu centro.
Me recibes, me quemas.
martes, 8 de noviembre de 2005
¿INSISTIR?
Menos dos minutos en cerrar tu puerta;
Los que a mí me faltaron para subir
Los tres escalones de vuelta al calor.
Desde entonces, inmovilidad: luz-
Contador-oscuridad-luz-contador-
Oscuridad-luz-contador-oscuridad-,
Hasta que el portazo que comenzó
En tu dormitorio acabó por estallar
En algún lugar entre mi estómago
Y mi cabeza, para luego salir por mis labios,
Desfallecido, a modo de suspiro resignado,
Sospechosamente repetitivo.

Playa de Carvoeiro. Algarve. Portugal. Foto © Jesús Martín Camacho. 2005.
domingo, 6 de noviembre de 2005
LA BODA DE MI MEJOR AMIGO
Hablo de ti y de mí
Porque te amo y sé en el amor
Entrar como la luna llena
Por cualquier sitio, hablo de tu pequeño pie en las inmensas sábanas,
Para desplumar jazmines -tengo mi fuerza
Adormecida- y soplar y llevarte
Por caminos brillantes y pórticos secretos del mar
Árboles hipnotizados con arañas que platean
Han oído las olas
Cómo acaricias, cómo besas
Cómo dices murmurando "qué" y "ah"
Alrededor de la garganta de la bahía
Siempre nosotros la luz y la sombra
Siempre tú la estrella y yo el bajel sombrío
Siempre tú el puente y yo la linterna derecha
El dique mojado y el resplandor de los remos
Arriba en la casa con los sarmientos
Las rosas atadas, el agua que se hiela
Siempre tú la estatua de piedra y yo la sombra que crece
Tú el postigo cerrado, yo el aire que lo abre
Porque te amo y te amo
Siempre tú la moneda y yo la adoración con que se paga:
Tanta noche, tanto clamor en el viento
tanta gota en el aire, tanto silencio
El mar alrededor la despótica
Bóveda del cielo con los astros
Tanto aliento tuyo pequeñísimo
Que nada puedo hacer
Entre cuatro paredes, el techo, el suelo
Sino hablar de ti y mi voz me golpea
Sino tener tu perfume y se enfadan los hombres
Porque lo no probado y lo traído de otro sitio
No lo soportan los hombres y es temprano, escúchame
Es temprano aún en este mundo amor mío
Para hablar de ti y de mí.
© Odysseas Elytis, El Monograma, 1978. Trad. J. Antonio Moreno Jurado. Ed: Los libros de la frontera. 1987, pp. 218-219.

Foto © Jesús Martín Camacho. 2005

jueves, 3 de noviembre de 2005
RETURN TICKET

En el kiosco de adioses
Del aeropuerto (nº 202)
Se despidieron
Y en el adiós ya estaba
La bienvenida (nº 109)
Le Baiser de l'Hotel de Ville, Paris, Foto: © Robert Diosneau. 1950.
miércoles, 2 de noviembre de 2005
SR. FORD, S.T.T.L.
lunes, 31 de octubre de 2005
EL HAIKU, SEGÚN BENEDETTI
Al amigo Víctor le encanta todo lo que tiene que ver con lo japonés -por cierto, un adjetivo este de lo más raro, porque el plural del neutro es siempre femenino, nunca masculino; es decir, a Víctor le gusta lo japonés y las japonesas, pero nunca los japoneses-. En fin, no es de extrañar, por tanto, que la entrada que más le haya gustado de esta página sea la de los haiku. Como sé sin ningún tipo de dudas que ya habrá consultado en internet mil y un sitios sobre haiku japoneses, mi regalo para él va a variar un poco.
Aquí van algunos de los tesoros que nos dejó Mario Benedetti en su libro Rincón de Haikus (Ed. Visor, 1999), donde el maestro uruguayo adapta perfectamente sus temáticas preferidas a la rigurosidad del esquema métrico japonés. Como él mismo dice en el prólogo (pág. 13): “yo considero al haiku como un envase propio, aunque mi contenido sea inocultablemente latinoamericano (...) Esta fidelidad estructural es, después de todo, lo único verdaderamente japonés de este modesto trabajo”.
Sus haiku van desde la crítica:
La mariposa
Recordará por siempre
Que fue gusano (nº 15)
Los dos ladrones
Miraron a Jesús
Y se miraron (nº 19)
Si cae un rayo
Los valientes se abrazan
A los cobardes (nº 102)
Su característico humor:
Son inocentes como
Las armas blancas (nº 14)
Cada mujer
Puede ser dos mujeres
Déjenme una (nº 186)
Al amor simple
La paz de los burdeles
No le hace daño (nº 56)
El existencialismo más melancólico...:
Después de todo
La muerte es sólo síntoma
De que hubo vida (nº 10)
Hace unos años
Me asustaba el otoño
Ya soy invierno (nº 199)
En foto sepia
Estabas vos y el tiempo
Se fue contigo (nº 166)
Cuando mis ojos
Se cierran y se abren
Todo ha cambiado (nº 59)
Estas tristezas
Me las trajo el crepúsculo
Y no se fueron (nº 216)
...Y el más cómico:
Van las muchachas
Cada paso más lindas
Y yo más viejo (nº 82)
Hasta su inimitable romanticismo callejero:
Óyeme oye
Muchacha transeúnte
Bésame el alma (nº 21)
No sé tu nombre
Sólo sé la mirada
Con qué lo dices (nº 26)
Llueve sin ruido
Pero bajo el paraguas
Funciona el beso (nº 77)

jueves, 27 de octubre de 2005
CUENTOS SIN MORALEJA
martes, 25 de octubre de 2005
QUEDA LA INFANCIA



Entre mar y pinares
Dunas y arenas.
© J. Martín Camacho. 2005.
Esto es para Pilar, cuyo modo de hablar acerca de su tierra me emocionó. Cómo no hacerlo cuando una persona menciona su lugar de infancia casi con lágrimas en los ojos, mientras que sonríe cuando oye o lee algo acerca de él. Ese lugar que, cuando eres niño, te pertenece de manera natural, indiscutible y sin concesión. Con el que te sientes incluso mejor que en tu casa, porque, fuera, en él, sólo estás tú y la tierra, el viento, el mar. Tu mar. Como dijo M. Benedetti:
El mar de todos
No es como mi mar
Él me conoce



Espero que estas fotos te ayuden a seguir acariciando tu pasado, disfrutando tu presente y luchando por el futuro.


Playas de Cuesta Maneli y El Rompeculos, Almonte y Mazagón. Huelva. © Fotos: Jesús Martín Camacho. 2005.
domingo, 23 de octubre de 2005
ACERCA DE UNA MUERTE INEVITABLE
-¿Los ahorcan?
-No. En Francia les cortan la cabeza.
-¿Y el condenado grita?
-¡Hombre, no! Es sólo un instante. Lo colocan boca abajo, cae un cuchillo así de grande a lo largo de una máquina, que llaman guillotina, cae pesadamente, con mucha fuerza… Y salta la cabeza en menos de un abrir y cerrar los ojos. Los preparativos son lo más penoso: la lectura de la sentencia al condenado, vestirle, atarle, subirle al patíbulo… ¡eso es lo horrible! (…)
El condenado era un hombre inteligente, sereno, fuerte, entrado en años, de apellido Legros. Y lo que le digo a usted, créalo o no, es que lloraba cuando subía al patíbulo y estaba blanco como el papel. ¿Es posible tal cosa? ¿No es eso horrible? A ver, ¿quién llora de terror? Yo nunca hubiera creído que un hombre hecho y derecho pudiera llorar de terror; y no digo que un niño, sino un hombre que nunca antes había llorado, un hombre de cuarenta y cinco años. ¿Qué le sucede en ese momento al alma? ¿A qué convulsiones llega? ¡Es un insulto al alma, ni más ni menos! Está escrito: “No matarás”. ¿Quiere eso decir que porque ha matado hay que matarle a él? No; eso no está permitido. Hace ya un mes que lo vi y es como si lo tuviera aún delante de los ojos. He soñado con ello cinco veces.
-Lo bueno es que apenas se sufre cuando la cabeza sale volando.
-¿Sabes usted? –prosiguió el príncipe acalorado-. Acaba usted de hacer ese comentario y hay mucha gente que piensa lo mismo que usted. Y para eso fue inventada esa máquina, la guillotina. Pero a mí se me ha ocurrido una idea: ¿y si eso es peor todavía? Eso le parecerá a usted ridículo, absurdo, y sin embargo con un poco de imaginación puede ocurrírsele a uno esa idea. Piense usted, por ejemplo, en el tormento. En él hay dolor físico, heridas, tortura corporal, y todo eso desvía al espíritu del sufrimiento espiritual, de modo que se sufre sólo de las heridas hasta el instante mismo de la muerte. Ahora bien, el dolor principal, el más agudo, puede que resulte no de las heridas, sino del hecho seguro de que dentro de una hora, luego dentro de diez minutos, luego dentro de medio minuto, luego ahora mismo, tu alma saldrá volando de tu cuerpo, y ya no serás un ser humano, y que todo eso es cierto. En el momento en que pones la cabeza bajo la cuchilla y oyes cómo se desliza hacia tu cabeza, ese cuarto de segundo es el más horrible. Tenga usted en cuenta que eso no es sólo mi imaginación, que otras muchas personas han dicho lo mismo. Y lo creo tanto que voy a decirle a usted cuál es mi opinión.
Matar a quien ha cometido un asesinato –prosiguió el príncipe- es un castigo incomparablemente peor que el asesinato mismo. El asesinato a consecuencia de una sentencia es infinitamente peor que el asesinato cometido por un bandido. Un hombre que es asesinado por unos bandidos de noche, en un bosque o algo por el estilo, tiene hasta el último momento la esperanza de salvarse. Ha habido casos en que un hombre a quien le han cortado el cuello tiene esperanza todavía, o sale corriendo, o pide que se apiaden de él. Pero en este otro caso, por el contrario esa última esperanza, que permite que la muerte sea diez veces menos penosa, es eliminada con toda certeza: la sentencia está ahí, y la horrible tortura está en que sabes con certeza que no te escaparás, y no hay en este mundo tortura más grande que ésa. Lleve a un soldado a una batalla, póngale delante de un cañón y dispare, y él seguirá teniendo esperanza; pero si a ese mismo soldado se le lee una sentencia de muerte cierta, se volverá loco o romperá a llorar. ¿Quién dice que la naturaleza humana puede soportar esto sin perder la razón? ¿A qué viene tamaña afrenta, cruel, obscena, innecesaria e inútil? (…) ¡No, no se debe tratar a un hombre de ese modo!
F. Dostoyevski, El idiota. Trad.© Juan López-Morillas. Ed. Alianza, pp. 39-41
HAIKU CINEMATOGRÁFICOS (II)







jueves, 20 de octubre de 2005
HAIKU CINEMATOGRÁFICOS
Esto va para Agustín, soñador de mundos en imágenes y palabras.




lunes, 17 de octubre de 2005
MAZAGÓN
Playa de Cuesta Maneli, Almonte. Huelva. © Jesús Martín Camacho, 2005
Esto va para Lolita en su retiro de Mazagón. Un besazo:

Playa de Cuesta Maneli, Almonte. Huelva. © Jesús Martín Camacho. 2005