martes, 16 de agosto de 2011

SAN PETERSBURGO: UNA CIUDAD ENTRE LÍNEAS (VI)

¡Qué bien sabía presentarse

siempre distinto, fascinar

a la inocencia con sus bromas,

fingir ladesesperación,

decir cumplidos obsequiosos,

intuir instantes de emoción,

vencer a fuerza de pasión

la resistencia impulsiva,

buscar caricias, suplicando

y exigiendo confesiones,

captar qué dicen los latidos

de otro corazón, logrando

al fin la cita deseada…!

Y, luego, en la quietud nocturna,

Aleccionar a su amada.

Eugenio Onegin. A. S. Pushkin. Trad. M. Chílikov para Cátedra.


Actores en la Fortaleza de Pedro. San Petersburgo. (c) jes's martín camacho.2011.

sábado, 6 de agosto de 2011

SAN PETERSBURGO: UNA CIUDAD ENTRE LÍNEAS (V)

Para Mataconejos, buenamente asilvestrado como Hadyi Murad.

Aquello ocurrió a fines de 1851. En un anochecer frío de noviembre, Hadyi Murad llegó al aoul de Mahket, aldea hostil de Chechnya, cuyo ambiente despedía un olor a lo que los indígenas
llaman kizyal, combustible mezcla de paja y estiércol (...)

Este hadyi Murad era un naïb de Shamil, famoso porsus hazañas. De ordinario nunca cabalgaba sin su bandera, e iba acompañado siempre de varias decenas de murids que caracoleaban en torno suyo. Fugitivo ahora, encapuchado y envuelto en una burka bajo la cual asomaba una carabina, y con sólo un murid como acompañante, marchaba cuidando lo posible de no darse a conocer, escudriñando con sus sagaces ojos negros las caras de los habitantes que encontraba en el camino.



El halcón no quería abandonar su patria y se quedó. Pero los otros halcones no quisieron que se quedase y lo mataron a picotazos.
"Así, a picotazos, me matarán a mí", pensaba Hadyi Murad.
"¿Quedarme aquí? ¿Someter al Cáucaso al zar ruso, alcanzar la gloria, los honores, la riqueza? Es posible -pensaba, recordando su entrevista con Vorontsov y las palabras halagadoras del viejo príncipe-. Pero tengo que decirdirme a toda prisa, porque de lo contrario Shamil exterminará a mi familia.
Esa noche la pasó Hadyi Murad en vela, pensando.


Fue esta muerte la que recordé cuando vi el cardo abatido en medio del sembrado.

Hadyi Murad.Lev Tolstói. Trad. de Juan López-Morillas para Alianza Editorial.
Fotos: Puente Ánichkov. Domadores de caballos. (c) Jesu´s Marti´n Camacho.2011

martes, 2 de agosto de 2011

SAN PETERSBURGO: UNA CIUDAD ENTRE LÍNEAS (IV)

Para Fermín, por ser uno de sus libros de cabecera y éste el pasaje que más denostó Nabokov.

Sonia leía con voz sonora y exaltada, trémula y aterida, como si estuviera presenciando la escena.
-"... ligados con fajas pies y manos y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Soltadle y dejadle ir. Muchos de los judíos que habían venido a María y vieron lo que había hecho, creyeron en Él."


Sonia no continuó leyendo, ni podía hacerlo. Cerró el libro y se levantó rápidamente de su silla.


-Eso es todo acerca de la resurrección de Lázaro -murmuró grave y escuetamente, y se quedó quieta, vuelta hacia un lado, sin atreverse a mirarle como si el rubor se lo impidiera. Su temblor febril no había cesado.


El pabilo que quedaba de la vela en la palmatoria retorcida parpadeaba ya hacía rato, alumbrando apenas en el mísero aposento al asesino y a la ramera, reunidos de forma tan peregrina para la lectura de la Biblia.


Pasaron cinco minutos o quizá más.


Crimen y castigo. F. M. Dostoievski. Trad. de Isabel Vicente para Cátedra.

Fotos: (c) Jesús Martín Camacho.2011.
1. Iglesia de Santa Catalina.
2. Iglesia de la Sangre Derramada.
3-4. Catedral de Nuestra Señora de Kazán.
5. Iglesia de la Sangre Derramada.

viernes, 29 de julio de 2011

SAN PETERSBURGO: UNA CIUDAD ENTRE LÍNEAS (III)

Casa museo Dostoievski

"Cuando yo ya no exista, ¿qué habrá? No habrá nada. Entonces ¿dónde estaré cuando ya no exista? ¿Es esto morirse? No, no quiero". Se incorporó de un salto, quiso encender la bujía, la buscó con manos trémulas, se le escapó al suelo junto con la palmatoria, y él se dejó caer de nuevo sobre la almohada.


Arco de entrada a la Plaza de Palacio

-Todos tenemos que morir. ¿Por qué no habría de hacer algo por usted? -expresando así que no consideraba oneroso su esfuerzo, porque lo hacía por un moribundo y esperaba que alguien hiciera lo propio con él cuando llegase su hora.


Casa museo Dostoievski.

Iván Ilich ya no se levantaba del sofá. No quería acostarse en la cama, sino en el sofá, con la cara vuelta casi siempre hacia la pared, sufriendo los mismos dolores incesantes y rumiando siempre, en su soledad, la misma cuestión irresoluble: "¿Qué es esto? ¿De veras que es la muerte?". Y la voz interior le respondía: "Sí, es verdad". "¿Por qué estos padecimientos?" Y la voz respondía: "Pues porque sí". Y más allá de esto, y salvo esto, no había otra cosa.



Casa museo Dostoievski

Retiró las piernas de los hombros de Gerasim, se volvió de lado sobre un brazo y sintió lástima de sí mismo. Sólo esperó a que Gerasim pasase a la habitación contigua y entonces, sin poder ya contenerse, rompió a llorar como un niño. Lloraba a causa de su causa de su impotencia, de su terrible soledad, de la crueldad de la gente, de la crueldad de Dios, de la ausencia de Dios.

Textos: La muerte de Iván Ilich. Lev Tolstói. Trad. deJuan López-Morillas para Alianza Editorial.
Fotos: (c) Jesús Martín Camacho.2011.

martes, 26 de julio de 2011

SAN PETERSBURGO: UNA CIUDAD ENTRE LÍNEAS (II)

A D. Lomito, por las sesiones de teatro en Buenos Aires (¡y en Ushuaia!).

"Venid todos a ver cómo la emprende Ermolái Lopajin a hachazos con el huerto de guindos, ¡venid a ver cómo caen los árboles! Llenaremos todo esto de dachas, y nuestros nietos y nuestros bisnietos verán aquí una vida nueva. ¡Música!"
El huerto de guindos. A. Chéjov. Trad. de Isabel Vicente (ed. Cátedra)



"¡No vendrá, madrecita; mi corazón presiente que no vendrá!", mientras que la madrecita no cesaba de repetirle que su corazón, por el contrario, le decía que iría sin falta, que no podría estar tranquilamente sentado en su casa, que vendría corriendo, que no tenía trabajo de oficina que hacer, y que era víspera de Año Nuevo. Lizanka, que no se lo esperaba ni al abrir la puerta, no dio crédito a a sus ojos, y los recibió sofocada, con el corazón sobresaltado como un pajarillo atrapado, toda ruborizada, con las mejillas del color de una cerecita, a la que se parecía extraordinariamente.
El corazón débil. F. M. Dostoievski. Trad. de Bela Martinova (ed. Siruela).

sábado, 16 de julio de 2011

SAN PETERSBURGO: UNA CIUDAD ENTRE LÍNEAS (I)

En Prospekt Nevski
van y vienen, se quedan
todas las dudas.

Avda. Nevski.

Nada hay tan hermoso como la avenida Nevski, por lo menos en San Petersburgo; porque en San Petersburgo esa avenida lo es todo. Y, vamos a ver, ¿hay algo más gozoso, más brillante, más resplandeciente que esta bella arteria de nuestra capital? Tengo la seguridad de que ninguno de sus pálidos habitantes, ninguno de sus funcionarios públicos, cambiaría la avenida Nevski por todos los bienes de este mundo. No sólo el joven de veintisiete años con su lindo bigote y su levita de corte impecable, sino el individuo de barba blanca y cabeza lisa como bola de billar...

N. Gógol. La Avenida Nevski.

Casa Singer


Café Singer al fondo




Edificio de la Duma

Galerías Quarenghi


Palacio Beloselski-Belozerski al otro lado del Fontanka


Final de la avenida con la torre del Almirantazgo al fondo.

sábado, 30 de abril de 2011

PÚLPITOS. PÁLPITOS.

Si creo que fue a los once, probablemente fue a los doce; siempre adelanto -de manera inconsciente- el año en que vi una película por primera vez (tan asociado está el cine a la parte última de mi infancia y primera adolescencia, época en que vi más películas por año, mes, semana y día). El caso es que ahí estaba yo a las doce y media de la noche, y ahí estaban también ellos: con los ojos bien abiertos, cada vez más, susurrando, murmurando, cotilleando, cada vez más alto, deslizándose por los bancos para alcanzar el pasillo, nerviosos, aterrorizados, saliendo a empellones de la iglesia sin darle la espalda; y allí estaba él, desde el púlpito comienza a andar el sermón con las palabras para acabar tronando con los pies y la mirada de un Richard Burton al que jamás he visto más arredrante. Es el principio de La noche de la iguana (John Huston, 1964) y desde entonces me han fascinado los púlpitos. No por cuestiones de creencia, sino artísticas, cada vez que estoy de viaje, cada vez que entro en una iglesia, es el primer lugar al que me dirijo cámara en mano. Algún día haré una exposición sobre este tema. Seguro.
El lunes estuve en Siena, en su duomo, y lo vi. Os dejo con los detalles. Todo en la vida está en los detalles.






Púlpito de la catedral. Siena. Fotos: (c) Jesús Martín Camacho.2011.

sábado, 9 de abril de 2011

ESTUVE A PUNTO DE MATARLO Y ME MATÓ.

Anna Karénina ha muerto, viva Anna Karénina. Y a punto he estado de matar este blog, pero otro me ha matado a mí y ha conseguido que Las Crines Verdes siga vivo.
Lean:


"Ninguno de ellos se molestó en mirarme cuando me deslicé discretamente hasta un taburete que había entre el bulldog y los otros dos únicos parroquianos del local, un par de displicentes mecánicos en paro que hablaban de cheques de subsidio que jamás habían llegado, de la última multa por conducir borrachos y del probable paradero de una correa de transmisión de un Chevy de 1957. Sus caras angulosas, las bocas desdentadas y el acento nasal pertenecían a otro tiempo y lugar, a un gran erial polvoriento de los años treinta por el que un camión Modelo T, un cascajo de fabricación casera, avanzase hacia el sol poniente. Al sentarme me observaron con los ojos aviesos de la gente rústica, estudiándome atentamente como si yo fuera la carcasa de un coche abandonado que planeaban canibalizar para conseguir piezas de recambio. Incliné la cabeza y sonreí para darles a entender que quizá fuese una carcasa, pero todavía no me habían declarado siniestro total. Respondieron a mi callado saludo con los ojos en blanco y en unos reflexivos movimientos de cabeza que parecían indicar que siempre se podía provocar un accidente.
Exhausto tras circular tantos kilómetros por carreteras equivocadas, les dejé pensar lo que les viniera en gana".


El último buen beso, de James Crumley (1978, reeditado en 2010). Corran a conseguirlo. Novela negra, western moderno. Imprescindible.

Fotos: Castro Marim, Algarve, Portugal. (c) jesús martín camacho.2005.

viernes, 11 de marzo de 2011

CUENTOS SIN MORALEJA (XIII): RICITOS DE ORO

Para D. Lomito Sombras, sicalíptico de pro.

Ricitos de oro
tres camitas, tres ositos
¿los ves? pay per view


Jesús Martín Camacho.2011.
Fotos: (c) Jesús Martín Camacho.2006.

miércoles, 9 de marzo de 2011

UN RASCACIELOS

Un rascacielos donde funciona hasta la última bombilla. Puede que sea menos útil que un par de botas, que no escribir sea más difícil que no escribir. Anna Karenina: un rascacielos donde funciona hasta la última bombilla. Una de ELLAS: la presentación de Stepán Arkádevich, donde se dice todo y más aún sin querer enfatizar nada de la manera ¿más sencilla?

"Stepán Arkádevich era un hombre sincero consigo mismo. Por tanto, no podía engañarse fingiendo que se sentía arrepentido de su proceder. Este hombre de treinta y cuatro años, apuesto y enamoradizo, no podía arrepentirse de no estar enamorado de su mujer, sólo un año más joven que él y madre de siete hijos, dos de los cuales habían muerto. Únicamente se arrepentía de no haberle ocultado mejor su aventura. En cualquier caso se daba cuenta de la gravedad de la situación y se compadecía de su mujer, de sus hijos y de sí mismo. Tal vez se habría esforzado en encubrir mejor sus pecados si hubiera previsto la impresión que iba a causarle el descubrimiento de sus infidelidades. Jamás había reflexionado con detenimiento sobre el particular, pero se imaginaba de un modo confuso que ella sospechaba algo desde hacía tiempo y miraba para otro lado. Hasta tenía la impresión de que la propia Dolly, ajada, envejecida, ya sin atractivo alguno, privada de cualquier encanto particular, nada más que una sencilla y bondadosa madre de familia, debía mostrarse condescendiente en aras de la justicia. Pero había sucedido todo lo contrario".

Tren del fin del mundo. Ushuaia. Argentina. Foto: (c) jesús martín camacho.2008

Lev Tolstoi, Anna Karenina. Trad. Víctor Gallego. Ed. Alba.2010, pp. 25-26.