miércoles, 20 de agosto de 2008

PROVINCIA DE CHUBUT: GAIMAN

Hoy no tengo ésas que me dictó Alberto... así que, directamente, fotos para los amigos de los viajeros. Esta vez desde Gaiman, ciudad puntera de la provincica de Chubut y de ciertos emigrantes galeses con una razón lingüísitica para su éxodo que se me hace muy difícil de creer. Lo mejor fueron los amigos argentinos (Romina, Andrés y Adrián, aplicados en materia de muerte pelona), la agradable charla ante el té y una maravillosa puesta de sol.










Gaiman, Chubut. Fotos (c): Jesús Martín Camacho.2008.

sábado, 16 de agosto de 2008

PUERTO MADRYN, VESTA Y LA BALLENA.

Esta foto no tiene nada que ver con el texto, pero son El Quijote y Sancho en Puerto Madryn y tenía que ponerlo.


¿La ínsula de Barataria?

Déjenme que tome prestadas las palabras de nuestro insigne Alberto para describir la que ha sido nuestra mejor tarde (en realidad mediodía-tarde-atardecer-noche) desde que estamos de este lado de acá. Sucedió en Puerto Madryn, pueblito junto a la Península de Valdes, en la Patagonia norte.

En la península de Valdés hay una cala enorme, un abrazo de la tierra al mar con forma de gotita gigante de océano y un puerto llamado Madryn.









Recorremos su paseo marítimo dejando atrás un espigón de madera que entra al mar, y vamos dejando la playa a la izquierda, con su forma de vasija o cántaro. Una brisa briza su piel acuática que tiembla como dos amantes que se acariciaron tiernamente, cuando un rubor de durazno les sube desde los dedos.

A cien metros parece una pluma sobre una lámina que relumbra al sol, una pluma que, de plomo, nos esconde su cuerpo y nos muestra sólo vértebras y espalda, únicamente su respiración de animal sobrehumano. Seguimos por el paseo algunos kilómetros más, aunque ya no pueda dejar de mirar la gota de agua que encubre en su panza descomunal una ballena como un lingote pesado que busca la superficie a cada tanto. Es la hora de comer, y para lo que ahora escribo no me valen verbos porque es un cuadro y lo guardo en la retina de mi ojo: el restaurante con ventanales sobre el mar, alzado, un vino malbec 'Fin del mundo' , el cordero patagónico delicioso en el plato, y al otro lado del cristal, el pesado animal en la cala o gotita de agua o cántaro oceánico o lámina marina, sus aletas, su respiración, su cuerpo húmedo luciente al sol, anaranjado, ennochecido casi.




Sí (tomo de nuevo mi torpe palabra), comer mientras uno contempla los paseos de una ballena es, como poco, encantador. Que ella te acompañe hasta ya entrada la noche, casi halagador.






El culpable de esta maravillosa tarde tiene un solo nombre: Vesta, vapor que a fines del s. XIX llevó a un puñado de emigrantes galeses a su tierra prometida en el valle del Chubut y que ahora presta su nombre al restaurante que ha montado la bisnieta de uno de ellos, Marcia (otro nombre latino, ¿qué más decir?).
No fue la casualidad la que nos hizo entrar en el local, sino nuestra desvergüenza de hacer parar un autobús en mitad de su ruta para preguntar si había algún sitio cerca para almorzar. Desvergüenza o acto de supervivencia, pues los kilómetros andados habían despertado -¡y de qué manera!- el hambre. El chófer, todo amabilidad (¡impresionante!), ¿qué pasó, flaco?, señala la casita blanca, todo ventanales (ya lo han leído), en alto, sobre la playa. No sé si está abierto. Qué bueno que sí. Pero no hay nadie. ¿Estará cerrado? Qué bueno que no. Marcia abre. No hay nadie. Sólo el chef, Sebastián. Lo demás lo hace ella: propietaria, camarera, barman. Treinta y un años, enamorada de Manhattan, esquivó el corralito, politóloga en acto, abogada en potencia, me vuelvo a Puerto Madrin, pero aquí no hay mucho. Trabaja duro hasta los cuarenta en espera de vivir a partir de ahí. No quiere fotos, pero me alegro de hacérselas (es coqueta, sí quiere verse en ellas), porque lo que ven da imagen de cómo nos sirvió, charló, discutió sobre y por Rosas,
granizó, licuó con placer -literalmente, ahí está la foto- el peronismo y sus dicotomías, hasta se bebió sus chapas de daiquiri y puso a nuestra entera disposición su restaurante.
Fue nuestra casa de dos a nueve de la noche. Otro Jim Bean.
Conocimos a su hermana, Lorena (¡escuchá Sweet Lorraine, en voz de Nat King Cole!), nos presentó a sus hermanos y por poco su papá nos llevó de vuelta al hotel.
Sumen a esto lo contado por Alberto y comprenderán por qué todos acabamos fascinados esa tarde.
Puerto Madryn. Fotos: : © Jesús Martín Camacho.2008 (excepto nº 15, © Alberto Sánchez Alcázar, 2008).

viernes, 15 de agosto de 2008

COLONIA DE SACRAMENTO

La falta de tiempo y, sobre todo, el deseo de mostrar a todos los amigos de estos cinco viajeros estampas de estos días me obligan a dejar un poco de lado los textos y hacer de este blog un guardapostales de nuestro día a día. Espero que me perdonen esta pequeña traición. Es por una buena causa.











Uruguay nos ha recibido ofreciéndonos la que es, creo, una de sus caras más bellas: Colonia de Sacramento. Hasta esta antigua ciudadela de portugueses, fundada en el s. XVI, hemos llegado en barco, con una despedida de Buenos Aires desde la popa, que me ha hecho pensar en cómo sería la estampa si en vez de la ciudad porteña fuese Nueva York (¡dioses, ya estoy engañando a mi ciudad!).




Hermoso día calmo, cerveza bien fría, aperitivo que presagia buena comida, siesta en el puerto y tarde queda, apacible, acogedora.








Lo de Montevideo es otro cantar: sí, efectivamente, la capital de Uruguay duele de tristeza.

PS1: Estimada familia, amigos, tutoras, miembros del tribunal, alumnos, profesores, directores de revista, muerte pelona: os aseguro que mi presentación de la tesis y mis apuntes de la crónica de Bluescazorla viajan conmigo día y noche y que les presto atención. Dixi.
Colonia de Sacramento, Colonia. Uruguay. Fotos: © Jesús Martín Camacho.2008.

martes, 12 de agosto de 2008

EL DELTA DEL TIGRE


En su desembocadura, a unos 30 kms. al norte de la ciudad de Buenos Aires, el río Paraná ha ido depositando una gran cantidad de sedimentos que conforman un estampado de islotes, riachuelos, canales y zonas pantanosas conocido como el delta del Tigre. Zona maravillosa para visitar ahora, cuando por razones climatológica no está atestada de bonaerenses en sus casitas de descanso. Aquí no hay calles, únicamente campo; no hay apenas caminos, hay que desplazarse siempre en barca. Seducen estas casitas construidas en alto a orillas de cada uno de los canales. Pequeñas (y no tanto) construcciones de madera que sí, pertenecen a ese espacio, pero, en mi memoria e imaginación, también a muchos otros:

¿No dormirían en este barco los fugitivos Huckleberry Finn y Jim?


¿No huían del predicador por estos riachuelos los pequeños hermanos de La noche del Cazador?




¿No sería junto a esta orilla donde el pequeño Harry Crane descubrió el cuerpo mutilado de la negra en Cuando el río suena?


¿Se refugiaban aquí del criminal Max Cady el abogado y su familia? (¿o Los Simpson del Actor Secundario Bob?)


¿Cuántos Dafnis y Cloes hhan atravesado durante cuántas noches estas aguas?


Éstos son los riachuelos que yo he visto. Otros habran contemplado muchos más. Éstos son los míos.




Delta del Tigre. Provincia de Buenos Aires. Fotos: © Jesús Martín Camacho.2008.

domingo, 10 de agosto de 2008

EL CAMINITO DEL ABUELO

Para mi abuelo Paco. Para su hija.

Siempre que veo lugares nuevos tengo presente a mi madre. Sé que, de algún modo, satisfago así un poco sus sueños viajeros. Esta vez ella me pidió que me acordara de otro: "ve a Caminito, que a tu abuelo Paco le gustaba mucho y estaba siempre con el tango".


Sé muy poco de mi abuelo Paco, aunque yo ya tendría al menos unos 12 años cuando murió. Me acuerdo de muchas cosas suyas, pero -repito- sé muy poco de él. Y, expresión algecireña, "me da coraje". Así que le dediqué muchos de mis minutos de mi paseo por Caminito. Resultó extraño. Creo que por eso me gustó más de lo que lo hubiera hecho de otro modo.

Tampoco sé mucho de tango. Una novia me prestó su Gardel y el "Tomo y obligo" me atrapó por algún tiempo. Después de eso, sólo las recreaciones de un tal Alfonso Luna, de Morón de la Frontera, y Antonio Selfa, el tito de mi Tita Ene.



Y, aun así, sin saber mucho de los dos, pongo la mano en el fuego si apuesto que a Paco Camacho más que
Caminito le gustaría soltarle a alguna mujer lo de El día que me quieras:


Acaricia mi ensueño
el suave murmullo
de tu suspirar.
Cómo ríe la vida
si tus ojos negros
me quieren mirar.
Si estuviera vivo, se lo preguntaría. Si estuviera vivo, me mentiría en su respuesta. Si estuviera vivo, se reiría con ojos achinados y me diría:"¡ay, Jesusito!" (eso sí que no lo he olvidado).
Caminito. Barrio de La Boca. Buenos Aires. Fotos: © Jesús Martín Camacho.2008.

jueves, 7 de agosto de 2008

BUENOS AIRES, ¡QUÉ BIEN QUE ME LLEGASTE!

Para Cristian (sin hache), que, viviendo lejos de su patria, la siente bien cerca.
Sí, yo no he llegado a Buenos Aires, ella me ha llegado a mí. Sí, ella, para mí es desde ya una ciudad femenina: mi Buenos Aires querida. Así la siento, porque así me ha conquistado. No con su arquitectura tan ajena a mí ni su urbanismo cuadriculado, no; ella ha jugado sus cartas y ha sabido seducirme por mis puntos flacos, uno a uno:
Desde el primer momento, porque ya desde mucho antes de tener ni pensado (¡ni tan siquiera soñado!) conocerla, me atraía mucho, demasiado (aquí somos muchos sus pretendientes, ¿no?).
Además, me da donde más me duele con su mejor arma: innumerables librerías (y no es hipérbole) que surgen a cada cuadra, a uno y otro lado, como afluentes, remanso tranquilo donde descansar del ajetreo de las calles principales (¡dioses, qué tráfico!). De todo tipo, para todo público, todos los precios, y con la atención constante, no amenazante, amigable del librero. De ello dan fe mis compañeros de viaje, más comunicativos que yo.

Su comida, el hecho de comer: prepararse, charlar, beber, elegir platos, conversar, saber que hay que dar tiempo al estómago y a la mente. ¡Cuánto me alegro de que este sea un viajo largo, sin prisas!



Y, por último, ¡cómo me puedo resistir a una catedral cuya fachada principal es de estilo neoclásico, asemejando un templo clásico. Sí, es muy fea, pero sabe dónde me duele. Es mi fea.

...Y también sus avenidas, sus paseos, su gente, su oferta teatral: el mismo día de llegada tocó Beckett y su "Final de partida" en el Centro Cultural de la Cooperación, hermosa conjunción de edificoio, ideales e involucración sociocultural; hoy, Molière y "las mujeres sabias"; y muchas más que habrá. ¡Suerte que contamos con un entregado del teatro en nuestro quinteto!
Sí. Mi Buenos Aires querida. ¡Qué bueno que me llegaste!
Fotos: © Jesús Martín Camacho.2008.
1. Bandera de la República Argentina. Plaza de Mayo. Buenos Aires.
2. Librería de Avila, la más antigua de Buenos Aires.
3. Restaurante La Asunción, en Palermo, Buenos Aires.
4. Catedral Metropolitana de Buenos Aires. Plaza de Mayo.