viernes, 29 de julio de 2011

SAN PETERSBURGO: UNA CIUDAD ENTRE LÍNEAS (III)

Casa museo Dostoievski

"Cuando yo ya no exista, ¿qué habrá? No habrá nada. Entonces ¿dónde estaré cuando ya no exista? ¿Es esto morirse? No, no quiero". Se incorporó de un salto, quiso encender la bujía, la buscó con manos trémulas, se le escapó al suelo junto con la palmatoria, y él se dejó caer de nuevo sobre la almohada.


Arco de entrada a la Plaza de Palacio

-Todos tenemos que morir. ¿Por qué no habría de hacer algo por usted? -expresando así que no consideraba oneroso su esfuerzo, porque lo hacía por un moribundo y esperaba que alguien hiciera lo propio con él cuando llegase su hora.


Casa museo Dostoievski.

Iván Ilich ya no se levantaba del sofá. No quería acostarse en la cama, sino en el sofá, con la cara vuelta casi siempre hacia la pared, sufriendo los mismos dolores incesantes y rumiando siempre, en su soledad, la misma cuestión irresoluble: "¿Qué es esto? ¿De veras que es la muerte?". Y la voz interior le respondía: "Sí, es verdad". "¿Por qué estos padecimientos?" Y la voz respondía: "Pues porque sí". Y más allá de esto, y salvo esto, no había otra cosa.



Casa museo Dostoievski

Retiró las piernas de los hombros de Gerasim, se volvió de lado sobre un brazo y sintió lástima de sí mismo. Sólo esperó a que Gerasim pasase a la habitación contigua y entonces, sin poder ya contenerse, rompió a llorar como un niño. Lloraba a causa de su causa de su impotencia, de su terrible soledad, de la crueldad de la gente, de la crueldad de Dios, de la ausencia de Dios.

Textos: La muerte de Iván Ilich. Lev Tolstói. Trad. deJuan López-Morillas para Alianza Editorial.
Fotos: (c) Jesús Martín Camacho.2011.

martes, 26 de julio de 2011

SAN PETERSBURGO: UNA CIUDAD ENTRE LÍNEAS (II)

A D. Lomito, por las sesiones de teatro en Buenos Aires (¡y en Ushuaia!).

"Venid todos a ver cómo la emprende Ermolái Lopajin a hachazos con el huerto de guindos, ¡venid a ver cómo caen los árboles! Llenaremos todo esto de dachas, y nuestros nietos y nuestros bisnietos verán aquí una vida nueva. ¡Música!"
El huerto de guindos. A. Chéjov. Trad. de Isabel Vicente (ed. Cátedra)



"¡No vendrá, madrecita; mi corazón presiente que no vendrá!", mientras que la madrecita no cesaba de repetirle que su corazón, por el contrario, le decía que iría sin falta, que no podría estar tranquilamente sentado en su casa, que vendría corriendo, que no tenía trabajo de oficina que hacer, y que era víspera de Año Nuevo. Lizanka, que no se lo esperaba ni al abrir la puerta, no dio crédito a a sus ojos, y los recibió sofocada, con el corazón sobresaltado como un pajarillo atrapado, toda ruborizada, con las mejillas del color de una cerecita, a la que se parecía extraordinariamente.
El corazón débil. F. M. Dostoievski. Trad. de Bela Martinova (ed. Siruela).

sábado, 16 de julio de 2011

SAN PETERSBURGO: UNA CIUDAD ENTRE LÍNEAS (I)

En Prospekt Nevski
van y vienen, se quedan
todas las dudas.

Avda. Nevski.

Nada hay tan hermoso como la avenida Nevski, por lo menos en San Petersburgo; porque en San Petersburgo esa avenida lo es todo. Y, vamos a ver, ¿hay algo más gozoso, más brillante, más resplandeciente que esta bella arteria de nuestra capital? Tengo la seguridad de que ninguno de sus pálidos habitantes, ninguno de sus funcionarios públicos, cambiaría la avenida Nevski por todos los bienes de este mundo. No sólo el joven de veintisiete años con su lindo bigote y su levita de corte impecable, sino el individuo de barba blanca y cabeza lisa como bola de billar...

N. Gógol. La Avenida Nevski.

Casa Singer


Café Singer al fondo




Edificio de la Duma

Galerías Quarenghi


Palacio Beloselski-Belozerski al otro lado del Fontanka


Final de la avenida con la torre del Almirantazgo al fondo.