viernes, 19 de octubre de 2007

CUENTOS SIN MORALEJA (VII)

Para David Sánchez, maestro de la fina ironía.
Hansel y Gretel
Diagnóstico oficial:
diabetes crónica


© jesús martín camacho. 2007.

Ilustración: © Marisa D.L.

martes, 16 de octubre de 2007

LA ARBOLEDA (Love theme from)

No estoy triste, pero ya no os veo.

Durante el café, en el recreo, me río, pero faltan Agustín (siempre Bill), Víctor y Javi para soltar barbaridades entre citas de Vallejo, Truffaut, Allen y otros temas, mucho mejón. No nos pone las tostadas Rocío, y al Teatro ahora lo llaman Tertulia.


No estoy triste, pero ya no os disfruto.


Si me acerco a la biblioteca a por algún poema, ya no huelo el chocolate de Tita Ene, sus exámenes de látex, y su conversación, sus chistes, su sonrisa, su barrigota. Su amistad.


No estoy triste, pero ya no os busco.


Si me siento en la sala de profesores (ahora que puedo hacerlo de manera legal), ya no puedo raptar a Esther para un zumo de naranja que quisiera que durara mucho más para seguir gozando de su voz y de su risa, de su cariño y de su confianza, para envidiar su (desconocido) piso, a su chanante marido.


No estoy triste, pero ya no os trato.


Si, de camino a clase, me cruzo con algún profesor, éste no será más Inés: no estarán sus abrazos, sus sonrisas y piropos, su mirada al cruzarse.


No estoy triste, pero ya no os siento.


Si termino la guardia de recreo, no están en la cafetería mi recien re-descubierta risueña Ana junto a los hoyuelos sonrojados de Montse. El optimismo en la sangre, la palabra amable a punto en los labios.


No estoy triste, pero ya no os saludo.


Si pido agua en la cafetería, no me la sirve Carlos entre charlas de películas ni Ana siempre pendiente de acá para allá o Francis con saludo militar. Familia valiente.


No estoy triste, pero ya no os abrazo.

Si desde la sala de profesores miro a la puerta, ya no es la sonrisa achinada la que anticipa a Carmencita. No es su "hola maestro" ni sus métodos-Silva-abrazos los que me rodean. Su presencia, su amor.


No estoy triste, pero ya no os hablo.


Si entro a primera hora no está el maestro Adolfo tachando días que, aunque no lo diga, echará de menos cuando se jubile. Sus esquerosos y mariscones; su sabiduría, su oficio. Si me reuno con mi jefa de departamento, ya no es Pepi, su risa nerviosa, sus pies ligeros, sus notas de todo, su mano siempre extendida; ya no tengo otra jefa de departamento como Isabel, preguntándome por mis viajes, haciendome sonreir con sus ojos.


No estoy triste, pero ya no os acompaño.


Si paso por las aulas de informática, que no sé ni donde están, no están Juanjo y Jesusito a uno y otro lado, no encuentro el chiste y la confidencia, la confianza y la risa.


No estoy triste, pero ya no os rodeo.


Si veo chándals, ninguno lo viste Alicia ni su charla entre mordisqueos de manzana, la libertad deseada, la sonrisa recuperada.


No estoy triste, pero ya no os localizo.


Si vuelvo andando a casa, no me encuetro a Mª Jesús llevando a Gala su picardía, su acento en las cosas, su consejo, su apoyo. No me sentaré con Justo, con Manolo, con Miner ante la cerveza, me sentiré a gusto hablando y escuchando, formando parte de ellos.



No estoy triste, porque, a pesar de todo, os veo, os disfruto, os busco, os trato, os siento, os saludo, os abrazo, os hablo, os acompaño, os rodeo, os localizo...pero no os tengo.



Fachada del I.E.S. La Arboleda. Lepe. Huelva.

jueves, 11 de octubre de 2007

EL MIRADOR DE SAN NICOLÁS

Para Paco y Rafi, siciliani preferiti

En el mirador de San Nicolás la heterogeneidad es ley: turistas de cara y botellas de agua sudadas tras las cuestas; neojipis de diábolos y pelotas malabares de moda con su kit de perros-mi-mejor-amigo; familias vamos a dar un paseo el domingo por la tarde; parejitas qué bonita la puesta de sol; fotógrafos esta foto del palacio de Carlos V con esta luz es la número un millón original tomada desde aquí; vendedores de cuchufletas varias; policías qué bien que estamos aquí para que no timen a nadie; trabajadores profesionales del canuto; engalanados de reportajes de boda podéis echaros a un lado para no salir en la foto; y mil y un personaje más.
Pero me quedo con la reunión gitana de palmeos de algazara y zambra, voces argentinas y comadreo de puerta a puerta de las calles...


Y entre todos ellos, la matriarca, con el carro de la compra a modo de bastón, con su aspecto de disfrute cansado y de saber estar entre sus jóvenes. Alegraron la tarde. Y mucho.






Mirador de San Nicolás.Granada.Fotos:©Jesús Martín Camacho.2007.


viernes, 5 de octubre de 2007

EN UN LUGAR SOLITARIO (IV)

En la noche un coche haciendo zigzag por las carreteras de Los Angeles. Sale un hombre herido. Entra en su despacho en el piso 12 de la agencia de seguros. No queda nadie, salvo empleados de la limpieza. Se sienta a oscuras. Enciende un cigarrillo. Una calada entre sudores y un magnetófono. na confesión a su jefe y amigo Case. “Vamos a hablar del asunto Dietrichson… Dijiste que era asesinato. Cierto. Pero cometiste un error a la hora de coger al asesino… Yo maté a Walter Dietrichson. Le maté por dinero y por una mujer y ni conseguí el dinero ni conseguí a la mujer".

The end of the "Double Indemnity". © Mark Kostabi.2005.

Dinero, mujer y asesinato. Todo de la mano. Y una de las mejores presentaciones femeninas (mejor que la imitada después en otra película a partir de otra novela de James M. Cain, “El cartero siempre llama dos veces”). Todo en Perdición ("Double Indemnity", 1944), de Billy Wilder, con guión del propio Wilder y Raymond Chandler, a partir de la novel de james M. Cain.


Al corredor de seguros Walter Neff se le aparece desde lo alto de una escalera, vestida sólo con una toalla y unas gafas de sol en las manos. “Estaba tomando un baño de sol”, “supongo que no habría mirones”.

El calor aprieta. La mujer invita al hombre a que pase al despacho, “Ahí mismo pero los licores están cerrados”; “No importa yo siempre llevo llaves”.
Frente a frente en dos sillas. Piernas cruzadas, una tobillera en el pie izquierdo.

Walter Neff: Quisiera saber lo que hay grabado ahí
Mrs. Dietrichson: Mi nombre

Walter Neff:
¿Y cuál es?
Mrs. Dietrichson: Phyllis
Walter Neff: Phyllis, ¿eh? Creo que me gusta
Mrs. Dietrichson: Pero no del todo, ¿eh?
Walter Neff: Suelo pensar las cosas antes de decidirme
Mrs. Dietrichson: Señor Neff, ¿Por qué no viene mañana noche a eso de las ocho y media? estará aquí.
Walter Neff:¿Quién?
Mrs. Dietrichson: Mi marido. Tiene ud interés en hablar con él, ¿no?
Walter Neff: Así era, pero… se me están pasando las ganas, créame
Mrs. Dietrichson: En este estado hay un límite de velocidad, 70 km/h
Walter Neff:¿Y a cuál iba agente?
Mrs. Dietrichson: Yo diría que a 90.
Walter Neff: Pues baje de su moto y póngame una multa
Mrs. Dietrichson: Mejor dejarlo en advertencia por esta vez
Walter Neff:¿Y si no da resultado?
Mrs. Dietrichson: Le daré con la regla en los nudillos
Walter Neff: Y si me echo a llorar y pongo la cabeza en su hombro
Mrs. Dietrichson:¿Por qué no intenta ponerla en el de mi marido?
Walter Neff: Je... se acabó.
(Se da la vuelta, coge su sombrero y va hacia la puerta)
Walter Neff: Mañana noche a las ocho y media, ¿eh?
Mrs. Dietrichson: Es lo que le he dicho
Walter Neff:¿Estará ud también?
Mrs. Dietrichson: Creo que sí, como de costumbre
Walter Neff: La misma silla, el mismo perfume, la misma pulsera…
Mrs. Dietrichson: Me pregunto si entiendo lo que dice
Walter Neff: Me pregunto si se lo pregunta

(Abre la puerta y se marcha)

Era una tarde calurosa y aún recuerdo el olor de las flores a lo largo de la calle…¿cómo imaginarse que el asesinato puede oler a madreselva?...