jueves, 26 de mayo de 2005

EL MAR, MI MAR

Hace este año exactamente diez que no disfruto del mar si no es en vacaciones. Este año por fin vuelvo a poder ir a la playa un día cualquiera entresemana. En cualquier momento que me apetezca sé que la vida estará allí, en la conjunción amarilla-verdosa de la costa; ella esperará -amante nunca despechada- a que se me antoje hacerle una visita. Incluso aunque no vaya, me reconfortará, teniéndola a escasos cuatro kilómetros. Sí, aunque yo esté ahora tan lejos de ella, a sólo esa distancia está Getares; y no está en mi recuerdo o imaginación, sino real, a mi disposición.
Diez años sin costa han sido muchos. Lo sé ahora mejor que nunca. Aunque, al echar la vista atrás, he de reconocer que siempre lo he sabido: ahí están las cuatro fotos que intentaban abarcar toda la playa de Getares -para mí sólamente hay una playa, todas son la misma, puede tener distintos apellidos o domicilio, pero su identidad es única; es mi dominio de niñez (jamás agradeceré lo sufinciente a mis padres la caseta de madera)-; fotos, sigo diciendo, que me acompañaban frente a la mesa del cuarto interior que hacía las veces de dormmitorio y estudio durante mi penúltimo año de licenciatura. Ahí están los recuerdos en el escrito de Rumor de Aguas (Galaroza, 2000), brochazos de vivencias junto a las mareas; ahí está la emoción cuando leo a la maltrecha tropa de Jenofonte gritar "¡El mar, el mar!" al final de su viaje de vuelta tras la derrota. Pero para mí, el mar es Getares, y el mejor homenaje que se me ocurre darle ahora está en palabras del poeta:
MEDITERRÁNEO
Quizá porque mi niñez sigue jugando en tu playa
y escondido tras las cañas duerme mi primer amor,
llevo tu luz y tu olor por dondequiera que vaya,
y amontonado en tu arena tengo amor, juegos y penas.
Yo, que en la piel tengo el saboramargo del llanto enterno
que han vertido en ti cien pueblos de Algeciras a Estambul
para que pintes de azul sus largas noches de invierno.
A fuerza de desventuras, tu alma es profunda y oscura.
A tus atardeceres rojos se acostubraron mis ojos
como el recodo al camino...
Soy cantor, soy embustero,me gusta el juego y el vino,
Tengo alma de marinero...
Qué le voy a hacer, si yo nací en el Mediterráneo.
Y te acercas, y te vas después de besar mi aldea.
Jugando con la marea te vas, pensando en volver.
Eres como una mujer perfumadita de brea
que se añora y se quiere que se conoce y se teme.
Ay, si un día para mi mal viene a buscarme la parca.
Empujad al mar mi barca con un levante otoñal
y dejad que el temporal desguace sus alas blancas.
Y a mi enterradme sin duelo entre la playa y el cielo...
En la ladera de un monte, más alto que el horizonte
quiero tener buena vista. Mi cuerpo será camino,
le daré verde a los pinos y amarillo a la genista...
Cerca del mar, Porque yo nací en el Mediterráneo.
Nací en el Mediterráneo, nací en el Mediterráneo.
© Joan Manuel Serrat. 1971.

Playa de Getares, Algeciras, Cádiz (España). Foto: © Jesús Martín Camacho. 2005

jueves, 19 de mayo de 2005

EL AMOR ADORACIÓN, EL AMOR ACEPTADO

Sobran las palabras de introducción.

"Pero ahora poseía de por vida a esta linda mujer a la que adoraba. El Universo para él no sobrepasaba el contorno sedoso de su falda; y se acusaba de no amarla, tenía ganas de volver a verla; regresaba pronto a casa, subía la escalera con el corazón palpitante. Emma estaba arreglándose en su habitación; él llegaba sin hacer el mínimo ruido, la besaba en la espalda, ella lanzaba un grito.
Él no podía aguantarse sin tocar continuamente su peine, sus sortijas, su pañoleta; algunas veces le daba en las mejillas grandes besos con toda la boca, o bien besitos en fila a todo lo largo de su brazo desnudo, desde la punta de los dedos hasta el hombro; y ella le rechazaba entre sonriente y enfadada, como se hace a un niño que se te cuelga encima.
Antes de casarse ella había creído estar enamorada, pero como la felicidad resultante de este amor no había llegado, debía de haberse equivocado, pensaba, y Emma trataba de saber lo que significaban justamente en la vida las palabras de felicidad, pasión, embriaguez, que tan hermosas le habían parecido en los libros(...)
Un día en que ella, preparando su traslado, estaba ordenando un cajón, se pinchó los dedos con algo. Era un alambre de su ramo de novia. Los capullos de azahar estaban amarillos de polvo, y las cintas de razo, ribeteadas de plata, se deshilachaban por la orilla. Lo echó al fuego. Ardió más pronto que una paja seca. Luefo se convirtió en algo así como una zarza roja sobre las cenizas, y se consumía lentamente. Ella miró cómo ardía. Las pequeñas bayas de cartón estallaban, los hilos de latón se retorcían, la trencilla se derretía, y las corolas de papel apergaminadas, balanceándose a lo largo de la plancha, se echaron a volar por la chimenea.
Cuando salieron de Tostes, en el mes de marzo, Madame Bovary estaba encinta".
G. Flaubert, Madame Bovary. Trad.© Germán Palacios, Ed. Cátedra, pp. 119 y 152.

FELIZ CUMPLEAÑOS

Esto es para ti, hermano, te quiero.

Alto do Poio, Lugo (España). 2000