miércoles, 19 de septiembre de 2007

SEXO, MUJERES Y CINTAS DE VÍDEO, DVD...

Fueron Elizabeth Taylor luchando por su valía en Gigante y por su hombre en La gata sobre el tejado de zinc; Gloria "hop hop" Grahame anulada por Lee Marvin y anulando a Humphrey Bogart; Jessica Lange mejor que Lana Turner, más enharinada, sus ligas mojando mis sueños; Michelle Pfeiffer, sin saber cómo, pero ahí; Gene Tierney, más que una imagen, una pesadilla, más que Laura; Kim Novak en la ventana secándose el pelo al viento, sin sujetador en un modesto hotel; Janet Leigh retozando en la cama con su amante, drogada en otra con sus violadores; Mónica Belluci en camisón negro espiado; Maribel Verdú dando besos de la muerte; Julie Christie en al casa de hielo; Maggie Cheung en pasillos estrechos; Leonor Watling mordiendo naranjas; Penélope Cruz sabiendo a tortilla de patatas;Madeleine y su francés; Grace Kelly besos interruptus a Jimmy Stewart; Ava Gardner zampándose a las iguanas; Jennifer Connelly con más kilos de sensualidad; Yvonne de Carlo abrazada a Burt Lancaster; Emmanuelle Béart, ¿cuánto vales?; Carole Lombard, cerca del Rey; Marilyn Monroe, besos de führer; Deborah Kerr, para Bill... fueron ellas y muchas más y las que quedan todavía. Lo reconozco, soy mitómano hasta las medulas. Brindo por ello y por los que, como yo, disfrutarán sin duda con el siguiente enlace:

lunes, 17 de septiembre de 2007

ARA PACIS VALENTINIANAE

Al mal tiempo, buena cara; en situaciones tensas, un chiste; fortis et animosus in rebus angustiis appare; etc. La mayoría de vosotros sabéis que en pocos días cambió mi vida con un traslado del trabajo y otros -a ratos turbios, a ratos desilusionantes- asuntos, que en otro tiempo quizá me habrían descolocado. En esta ocasión, a pesar de que me han jodido bastante, miro hacia el frente con curiosidad e ilusión e intento no cargar demasiado las retinas con las cosas –y sobre todo la gente- que dejo atrás. Por supuesto ello no significa que no las eche de menos ya o que infravalore su paso por mi vida –o el mío por las suyas-, al contrario, ¡dejo tanto, tantísimo allí! (de ello / de ellos, escribiré en otra ocasión); sino que a los reveses de la vida les extraigo las vísceras catastróficas y los aliño con salsas de novedad y buenas dosis de interés.
Pero ahora, precisamente como primera entrada del curso, prefiero ilustrar esta mezcla de seriedad y fruslería, de gravedad y superficialidad con las siguientes imágenes:


Poco podía imaginar, a finales del s. I a.C., el emperador Augusto que el Ara Pacis (“Altar de la Paz”) que había decretado construir para consagrar su retorno a Roma tras la pacificación de la Galia e Hispania, un recinto casi cuadrado (11,6m x 10,6 m.) de mármol, sobre un podio simple y decorado en todas sus fachadas, un monumento que habría de significar la estabilidad política, social y moral que perseguía con su visión de gobierno, de la Pax Romana; poco podía imaginar, repito, que veinte siglos después, las vestales que adorarían el altar serían sui generis y que encajarían mejor sobre la alfombra del Kodak Theatre:

maniquíes vestidos con los trajes que Valentino ha diseñado desde finales de los años cincuenta para modelos, actrices, damas de Estado, primadonas de la beautiful people, etc. Con los brazos al cielo, kitsch-suplicantes, se encargan de rebajar solemnidad al monumento. Lo dicho antes, la gravedad aderezada con la frivolidad. Al menos han logrado que acudan más visitantes a verlo.


Ara Pacis Augustae. Roma. Fotos: © jesús martín camacho.2007.