sábado, 25 de noviembre de 2006

A MI ALMA

Cuando uno no está pasando por su mejor momento. Cuando ni siquiera es un momento bueno, se agradece cualquier gesto, cualquier conversación. Paso por uno de esos trances y me siento realmente afortunado de poder contar, además de con mi familia en la distancia (no sé cómo pagaros), con mi familia de aquí: gracias Irene por tus conversaciones y apoyo; Lui, porque me escuchas, a pesar; y Agustín, por estar aquí y regalarme cosas tan bellas como el poema de Juan Ramón:
A MI ALMA
(reconvertido en "A mi amigo")
Siempre tienes la rama preparada
para la rosa justa; andas alerta
siempre, el oído cálido en la puerta
de tu cuerpo, a la flecha inesperada.
Una onda no pasa de la nada,
que no se lleve de tu sombra abierta
la luz mejor. De noche, estás despierto
en tu estrella, a la vida desvelado.
Signo indeleble pones en las cosas.
Luego, tornada gloria de las cumbres,
revivirás en todo lo que sellas.
Tu rosa será norma de las rosas,
tu oír de la armonía, de las lumbres
tu pensar, tu velar de las estrellas.
Gracias, Bill. No sabes lo que valen para mí estas palabras.

Mazagón. Foto: © jesús martín camacho. 2005.

lunes, 20 de noviembre de 2006

LOS INICIOS DE MI CINE



Me pidieron que escribiera sobre cine. Concretamente elegir una de estas dos defensas: el cine como pura imagen en acción, entretenimiento o el cine como instrumento para estudiar la psicología humana. Mientras me lo pensaba, hace poco, revisando fotos, me encontré con el edificio madrileño donde tuvo lugar la primera sesión de cine pública en España (14 de Mayo de 1896). Verlo y dejar a un lado el tema que me propusieron sucedió a una. Quería recordar y escribir mi inicio en el cine. Debo estar volviéndome un sentimental, porque el tono es melancólico, como siempre:
"Amo las películas. Cada día más. Con catorce años y el cuerpo desgarbado de un niño bastante miedica, pensé que ya era lo suficientemente mayor como para ir al cine por primera vez. Creerán ustedes que a buenas horas tomaba la decisión. Pero es que ustedes no conocen Algeciras. Al menos la Algeciras que se le representaba a un chaval miedica de catorce años desgarbado. Y mucho menos en invierno. Peor de noche. Mucho peor solo. Porque cuando les digo que fui “por primera vez al cine”, quiero decir “fui por primera vez al cine solo": nada de colegas de la escuela, grupos de amigos de la calle, hermanos y mucho menos novia; tampoco que mis padres me dejaran en la puerta y hora y media después me recogieran allí mismo. No. Hablo de andar más de media hora sin nadie –cabeza agachada- de noche –paso ligero- y por calles frías y desiertas –puños cerrados dentro de la chaqueta vaquera-; de intentar no pensar en las últimas veces que me habían atracado en la calle. Cabeza agachada, puños cerrados, paso ligero. Entré en el cine. La película era Belle Époque. Su primera imagen: primer plano de una maleta en una carretera sin asfaltar y la cámara que se aleja con un zoom. Me sorprendí. Estaba sonriendo. Me dije: “¡Olé mis huevos!”. Me relajé y disfruté. Dos horas más tarde, de vuelta a casa, ya no había prisas, miedo ni frío. Pensando en la película –todavía no se me había quitado la sonrisa- tardé casi el doble en hacer el mismo camino de la ida. Seguía teniendo frío, pero no miraba hacia el suelo -los puños, no os voy a engañar, seguían cerrados. Cuando meses después Belle Époque arrasaba en los Goyas. Su triunfo era el mío.
(Un año después Fernando Trueba dedicaba el Oscar al único Dios de su panteón: Billy Wilder. A la mañana siguiente, Mr. Wilder en persona le llamó por teléfono: "Hola, soy Dios. No debiste decir eso anoche. Desde que lo has hecho la gente se santigua al verme en la calle").
Foto: Madrid, edificio donde tuvo lugar la primera proyección pública en España (1896)
© Leticia del Valle Martínez

viernes, 17 de noviembre de 2006

OTRAS CIEN MENTIRAS

Las listas, ya lo dije, no tienen fin, menos mal que para eso están los amigos que las completan -aunque también, inevitablemente deje abierta la suya-. Estas son las mentiras de Agustín (por sus gustos les conoceréis)...

Los bordillos de las aceras, los pistachos, las chaquetas de Woody Allen, Woody Allen, Annie Hall, Fernando Redondo, Gilda, Gloria Grahame, el billar, el futbolín, gritar gol, marcar un gol, el primer beso, Radio Futura, las películas del oeste, Gila, Faemino y Cansado, La Hora Chanante...¡Chanante!, Sophie Evans, dar pataditas al balón en mi patio, los nísperos de mi casa de Aljaraque, hablar de cine, Carrusel deportivo, los hoyuelos de tu espalda, las gominolas, las películas de piratas, Sultans of swing, Sabina, Raúl y Guti, Tú y yo, Scorsese y De Niro, Tú y yo, Jack Lemmon y Walter Matthau, tú y yo, el sombrero de Muerte entre las flores, los perdedores de John Huston, John Huston, John Ford, Billy Wilder, Howard Hawks, el cine negro, Fritz Lang, escribir en la bañera, el vino, la cerveza, el vodka, el tenis, el fútbol, Maradona, el gol de Maradona, el boxeo, Julio César Chávez, por tu madre, por Dios, por México, Mike Tyson... ¡binnn!, las variaciones Goldberg, tita Ene, mi bici de carreras, mis guantes de boxeo, mis camisetas viejas y rotas, acostarme tarde, levantarme tarde, reír, cantar en el coche, conducir, correr por la playa, correr por los pinos, correr, correr, leer despacio, leer poesía en voz alta, Scarlett Johansson, Natalie Portman, Michelle Pfeiffer, Deseando amar, el tiramisú, el culo de la Lui, Clásicos populares, no hacer nada, el café hirviendo, los mensajes que me mandas, Pat Garret y Billy el Niño, pasear por Sevilla, ir al cine, salir del cine, tirar piedras, los toros, el blues, Billie Holiday, las novelas de detectives, Hammet, Chandler, Carvalho, los almuerzos de Carvalho, la ropa deportiva, Vallejo, Cortázar, Rulfo, Juan Ramón, hablar, charlar, gritar, las rubias, las pelirrojas, jugar al fútbol con las chapas, jugar al Tour con las chapas, Garci, Almodóvar, Aitana, Michael Jordan, Larry Bird, Clint Eastwood, las cafeterías, las camareras, jugar al fútbol cinco horas seguidas, los phoskitos, Mazinger Z, Tom y Jerry, Spiderman, la letra "a" el número 9, bailar agarrados, las berenjenas, mirar libros, comprar películas, la playa, las puestas de sol, las tostadas poco hechas, saludar a los desconocidos, escribir en la pizarra, Atticus Finch, Eddie Felson, el jinete pálido, Shine, Edward G. Robinson, Bogart, butaca de pasillo, pisar hojas secas, recortar fotos de películas, los chistes, el color azul, los documentales de leones, los de historia antigua, soñar despierto, soñar dormido, Muñoz Molina, Miriam Díaz Aroca, Marlene Moreau, el Tricicle, los chicles, los pestiños de mi madre, las minifaldas, llevar dos relojes, poner dos despertadores, escribir con pluma, Blas de Otero, Juan Diego, los sonetos, las trenzas, los trenes, el zumo Júver de melocotón, los columpios, la carne mechada, Peter Pan, Campanilla, pegarle al saco, saltar a la comba, la última secuencia de El Buscavidas, La Regenta, Frasier, Aquellos Maravillosos Años, Pedro Reyes... ¡un huracán, Dios mío, un huracán!, nadar, un ace, un triple, Edward Hopper, Picasso, Paul Newman, la Séptima, la Octava, la Novena, el Recre, un gol de cabeza, Santillana, el Buitre, Brad Pitt, El club de la lucha, la melancolía, Trilce, Ancia, El amor en los tiempos del cólera, las profesoras de matemáticas, la risa de mi hermano, mi familia, Julia, mi Pepa.

domingo, 12 de noviembre de 2006

VOLENDAM, MARKEN

Volendam es un pequeño pueblo de pescadores a unos 50 kms al noreste de Amsterdam. Un lugar encantador por lo tradicional, con su pequeño puerto, sus casas pegadas al mar, puentes de madera, calles estrechas, etc... todo ello si no fuera porque se ha convertido en una de las "postales oficiales" de Holanda y, por tanto, en la visita, entre montaditos de arenque y tiendas de turismo irás serpenteando a cientos y cientos de personas que, de todos modos, al igual que tú, tienen el mismo derecho a estar ahí. Una vez que te repones de la impresión que te ha causado la muchedumbre, realmente empiezas a disfrutar del pueblo.




En Marken, a la que se accede casi exclusivamente en barco desde Volendam (era una antigua isla que han anexionado al continente), no está permitido que circulen los vehículos a motor, lo cual da una idea de lo idílico que resulta el pueblo. Además, no sé si fue suerte o no, pero había mucha menos gente que en Volendam.

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Fotos © jesús martín camacho. 2006.

viernes, 10 de noviembre de 2006

AMSTERDAM (II)

Amsterdam como ciudad de contrastes: en pleno bullicio y estruendo del centro turístico y de ocio de la ciudad (Leidsplein), si logras encontrar el portón adecuado de la calle Spui y entras en él, darás con el Begijnhof, un auténtico lugar de descanso de ruidos y ajetreos cotidianos (es increíble cómo desaparece en apenas diez metros todo el ruido del día a día). De hecho, desde el s. XIV viven en este idílico barrio -residencial, podríamos decir-, compuesto por un espacio ajardinado rodeado de casas y una iglesia en el centro, estuvo habitado por devotas que no habían tomado los hábitos, pero que se dedicaban a labores evangélicas en la ciudad:

La Oude Kerk ("Iglesia vieja"), el edificio más antiguo de Amsterdam (1250), con más de cinco siglos de historia arquitectónica.

Edificio de la esquina de la calle Oudezijs Voorburgwal, en el barrio judío:

El monumento a Rembrandt y a su Ronda nocturna en Rembrandtplein:

Fotos: © jesús martín camacho.2006.
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jueves, 9 de noviembre de 2006

AMSTERDAM

Visita a Holanda a finales de Julio. Cinco días en Amsterdam y otro en Volendam y Marken. ¿Cómo no empezar con unas vistas de los canales?




Pero no sólo en los canales hay agua, ¡cómo se aprovecha esta improvisada piscina en Museumplein!

Fotos: © Jesús Martín Camacho.2006
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sábado, 4 de noviembre de 2006

EN UN LUGAR SOLITARIO (III)

Para Leti, apasionada del cine francés.
La pantalla está en negro. Se ilumina una estrecha franja horizontal en su mitad y deja ver unos ojos de mujer con restos de lágrimas ya casi secas. La pantalla, gradualmente, se va llenando con su rostro en un primerísimo primer plano. Comienza la conversación entre susurros:
Florence: Soy yo la que no puede más... te quiero... te quiero... así que es necesario... te quiero
-la cámara se va alejando-
Florence: No te dejaré Julien. Sabes que estaré allí...
-está hablando por teléfono-

Florence: ...contigo.
-se ve al interlocutor-
Julien: Te quiero. Si no oyera tu voz, me perdería en el silencio.
-sobreimpresos en el rostro de la mujer, los crédito iniciales-
Florence: No eres muy valiente -sonríe-
Julien: El amor no es valiente.
Florence: Cállate
-vuelve a sonreir y aparece el título: Ascensor para el cadalso y comienza a sonar Miles Davis-
Ahora que está de estreno el cine negro y de gángsters con la vuelta de De Palma (La Dalia Negra) y Scorsese (Infiltrados), merece la pena echar la vista atrás a la Francia de 1958 y a la ópera prima de un Louis Malle que contaba cuando la dirigió con 24 años. Anoche, en el Super 8 de Huelva (bar retro, adornado con mil imágenes de series y películas de los 70-80's) hablábamos algunos amigos de la incapacidad o dificultad a la hora de valorar una obra de arte como buena o mala (por simplificarlo de algún modo, claro). Y lo que más o menos quedó claro es que había dos caminos -no necesariamente paralelos- para llegar a hacer una buena obra de arte (en cualquier variante: música, cine, literatura, etc): una, amoldarse y exprimir hasta sus más profundas consecuencias las características de un género/estilo determinado y, dos, penetrar en las intimidades de ese género y violarlo, transgredir sus normas de manera consciente, dando lugar a una visión propia que tenga en cuenta la tradición, pero que la utilice para desviarla hacia el nacimiento de algo nuevo.
Y eso es lo que hace Malle con el cine negro, crea una estupenda película que se enmarca dentro de este género no sólo en la trama (una pareja de amantes planean la muerte del esposo de ella y jefe de él; accidentes cotidianos, fortuitos e incontrolables entran en juego una vez que se ha llevado a cabo el asesinato), sino en los ambientes, la luz, la dirección de actores.
Por otra parte, el tratamiento de los personajes, el tono intimista, la duración de los planos, la sencillez de ciertas conversaciones, rompe con la tradición norteamericana del film noir y provoca la aparición de algo nuevo, de un nuevo código, que pronto pasará a denominarse la nouvelle vague francesa.
En resumidas cuentas, obra maestra por lo que cuenta y por cómo lo cuenta. Film absolutamente moderno del que, esperemos, no hagan nunca ningún remake -no sé si lo tiene-, porque, en ese caso, estará más anticuado que el original.
Florence: Más tarde, hablarán de nosotros. Nos citarán como ejemplo. La música seguirá... y ya estaremos muertos.

Ascensor para el cadalso (Ascenseur pour l'échafaud),de Louis Malle, con guión de Louis Malle, a partir de la novela de Noël Calef