Mucho fracaso de los planes de estudios, muchos informes PISA (no me suele gustar el tono demagógico de Pérez Reverte, aunque no le va nada mal a su merecida crítica de este último), mucha mala política educativa, etc... pero lo primero que veo al volver a mi trabajo son caras de cansancio antes de empezar ¡las primeras clases del año!, repetitivos y desoladores apoyos unos a otros, cuentas hasta el próximo puente, quejas varias, en fin, desánimo... Y me digo yo: "vale, estamos mal, no hay ayudas, no hay apoyos, sólo críticas, de acuerdo, ¡pero es lo que tenemos!".
Dentro de nuestras aulas estoy sólo con mis alumnos, y ahí es donde tengo que trabajar, donde demuestro que quiero, puedo y tengo muchas ganas de enseñar a todos los que me miran de muy diversos modos, con muy distintas apetencias y expectativas. Hay que esforzarse. Hay que luchar antes del trabajo. Tenemos mucho por hacer en nuestras pequeñas parcelas. ¡Y podemos hacerlo! Pero no a partir del desánimo y la abulia o el victimismo, sino desde el esfuerzo, la apetencia y la continua preparación personal.
Ahí quedan las famosas palabras de Quintiliano, no por ello menos necesarias. Demasiado actuales hoy día. ¡A trabajar!
Rheinischen Landesmuseum Trier
"Asuma ante todo un espíritu de padre con respecto a sus alumnos, y piense que está en el lugar de aquellos que le han confiado a sus hijos. No tenga él vicio, ni los tolere. No sea desagradable su actitud austera, no sea excesiva su familiaridad; no vaya a ser que nazca de la una odio y de la otra desprecio. Hable mucho de honestidad y bondad, pues cuantos más avisos dé, menos castigará. No se deje llevar nunca por la ira, pero tampoco deje pasar lo que deba corregirse. Sea sencillo en su enseñanza, sufridor del trabajo, esté siempre cercano, pero no en exceso. Responda gustoso a los que le preguntan; a los que no le preguntan, pregúnteles de repente. En las alabanzas de las exposiciones de sus alumnos no sea tacaño, pero tampoco exagerado, porque lo uno provoca disgusto con respecto al trabajo, lo otro autosuficiencia. Al corregir lo que debe, no sea duro, y mucho menos, amenazador, pues a muchos les aleja del propósito de estudiar el que algunos les repriman como si les odiasen. Diga alguna vez, es más, muchas, y diariamente, constantes ejemplos sacados de la lección para su imitación, sin embargo, según se dice, la viva voz alimenta mucho más y, sobre todo, la del maestro al que sus discípulos, si están bien educados, aman tanto como veneran. No se puede decir cuánto más gustosamente imitamos, a quienes apreciamos".
Quintiliano, Institutiones II, 2, 4-8