miércoles, 9 de enero de 2008

CARVS MAGISTER / CARI ALUMNI

Mucho fracaso de los planes de estudios, muchos informes PISA (no me suele gustar el tono demagógico de Pérez Reverte, aunque no le va nada mal a su merecida crítica de este último), mucha mala política educativa, etc... pero lo primero que veo al volver a mi trabajo son caras de cansancio antes de empezar ¡las primeras clases del año!, repetitivos y desoladores apoyos unos a otros, cuentas hasta el próximo puente, quejas varias, en fin, desánimo... Y me digo yo: "vale, estamos mal, no hay ayudas, no hay apoyos, sólo críticas, de acuerdo, ¡pero es lo que tenemos!".

Dentro de nuestras aulas estoy sólo con mis alumnos, y ahí es donde tengo que trabajar, donde demuestro que quiero, puedo y tengo muchas ganas de enseñar a todos los que me miran de muy diversos modos, con muy distintas apetencias y expectativas. Hay que esforzarse. Hay que luchar antes del trabajo. Tenemos mucho por hacer en nuestras pequeñas parcelas. ¡Y podemos hacerlo! Pero no a partir del desánimo y la abulia o el victimismo, sino desde el esfuerzo, la apetencia y la continua preparación personal.

Ahí quedan las famosas palabras de Quintiliano, no por ello menos necesarias. Demasiado actuales hoy día. ¡A trabajar!

Rheinischen Landesmuseum Trier


"Asuma ante todo un espíritu de padre con respecto a sus alumnos, y piense que está en el lugar de aquellos que le han confiado a sus hijos. No tenga él vicio, ni los tolere. No sea desagradable su actitud austera, no sea excesiva su familiaridad; no vaya a ser que nazca de la una odio y de la otra desprecio. Hable mucho de honestidad y bondad, pues cuantos más avisos dé, menos castigará. No se deje llevar nunca por la ira, pero tampoco deje pasar lo que deba corregirse. Sea sencillo en su enseñanza, sufridor del trabajo, esté siempre cercano, pero no en exceso. Responda gustoso a los que le preguntan; a los que no le preguntan, pregúnteles de repente. En las alabanzas de las exposiciones de sus alumnos no sea tacaño, pero tampoco exagerado, porque lo uno provoca disgusto con respecto al trabajo, lo otro autosuficiencia. Al corregir lo que debe, no sea duro, y mucho menos, amenazador, pues a muchos les aleja del propósito de estudiar el que algunos les repriman como si les odiasen. Diga alguna vez, es más, muchas, y diariamente, constantes ejemplos sacados de la lección para su imitación, sin embargo, según se dice, la viva voz alimenta mucho más y, sobre todo, la del maestro al que sus discípulos, si están bien educados, aman tanto como veneran. No se puede decir cuánto más gustosamente imitamos, a quienes apreciamos".
Quintiliano, Institutiones II, 2, 4-8

miércoles, 2 de enero de 2008

PERDURA

Para Bill, que me animó a escribir ¡y lo sigue haciendo! Sin él, no perduraría.
Perdonen uds. el atrevimiento, el descaro, la osadía, la soberbia o incluso el orgullo. Pero es que el hecho de que asocie mi poesía con el nombre de Guillermo Carnero tiene su razón de ser (casi me avergüenzo de decirlo).

Resulta que ver mis escritos, aquellos que vosotros ya habéis ido leyendo aquí en su mayoría, impresos y conocer la obra del poeta y filólogo valenciano han sido uno. “¡A buenas horas, mangas verdes!” Me diréis, pero ¡qué buenas horas! Y todo enlazado por una bella, bellísima dedicatoria, tanto como lo pueda ser aquella que no sabe cuánto va a gustar. Me explico:

Perdura. Colección "Donaire" nº 14. Diputación de Huelva. 2007.
Hace unas semanas me alegré con la publicación de algunos de mis poemas. Tiempo después unas compañeras del instituto a las que se la había regalado, me obsequiaron a su vez con Verano Inglés (G. Carnero, Tusquets eds. 1999); en su primera pagina escrito: “hace unas semanas nos diste un trocito de ti; es justo que ahora te devolvamos algo”. Y tanto fue lo que me dieron, que, cuando terminé de leerlo, sentí algo muy a caballo entre el orgullo y la soberbia al comprobar cómo lo que yo un día escribí había quedado siquiera someramente asociado a aquello a lo que me gustaría acercarme, al menos un poco, algún día. Con esto me basta.

Guillermo Carnero en foto de archivo. © J.M. Serrano.

Cuando Marcos Gualda (de editorial Cacúa) me dijo que en Diputación de Huelva habían aceptado mis poemas “lúbricos”, ¡qué mal utilizó el adjetivo cuando sí que hay poemas como los que siguen!:

INTELIGENCIA

Veo tu inteligencia cuando pasas las hojas
de un libro, y un destello te ilumina;
cuando frunces los labios para atrapar la idea,
mariposa en la punta de un florete.
Cuando te hago observar la línea de los cuerpos
de Prud’hon, de Guérin y de Bronzino,
y entiendes que hay en ti la misma gloria.
Cuando si vacilar me tomas la cabeza
para llevarme hasta el lugar exacto,
y después de ascender y de tensarte
como se abraza al viento una cometa,
de subir y bajar por la montaña rusa,
das un salto redondo en la noria del aire
y tomas tierra, ardiendo las mejillas,
abres los ojos y me dicen “¡Hola!”,
con un gesto tranquilo de la mano.


EL POEMA NO ESCRITO

Me gusta contemplarte al salir de la ducha,
como a Susana los ancianos bíblicos.
por la puerta entornada te acecho cuando envuelves
en la toalla el muslo o el tobillo,
el pecho rebosante tras la línea del brazo:
odaliscas de Ingres, pastoras de Boucher
cálidas, sosegadas, inocentes,
ninfas de Bouguereau, esclavas de Gérôme,
Venus de Cabanel –horizontal espuma-,
tan redonduelamente comestibles.
Tendrá un nombre ese pliegue de la axila
que se bifurca en dos entre los dientes;
el leve mofletillo que bordea redondo
el friso de la media, debajo de la nalga;
ese cuenco rosado en que acaban las ingles,
donde el pulgar se tensa en breves círculos
entreabriendo el estuche de la lengua.
Tengo que consultar a un catedrático
De Anatomía.
Ya escribiré un poema
cuando esté muerta el arte del deseo.