sábado, 16 de diciembre de 2006

LA PILA

Frío diciembre
en la pila desierta
sin voz ni ropa
© jesús martín camacho. 2006.




Corteconcepción. Huelva. Foto: © jesús martín camacho. 2006.

miércoles, 13 de diciembre de 2006

LA CASA DE ROSA Y SALVA

Corteconcepción, en la Sierra de Huelva, tiene unos setecientos habitantes. Allí viven Rosa y Salva. En un bar. Literalmente. Haciendo justicia a su fama, le metieron mano a un garito del pueblo e hicieron su casita: el local ocupaba lo que ahora es el salón y la cocina (sin separación). A éste le añadieron un dormitorio, que hace a la vez de estudio, con una ducha. En la pared de la entrada está fijado un cartel de Heineken. ¿Reliquia del antiguo bar? No. Añadido por ellos para que quede constancia de su fidelidad a la marca. Es un lugar frío, pero sus dueños lo hacen acogedor. Te reciben con sonrisas y con ellas te despiden y, entre tanto, cervezas, vinos, comidas, charlas, abrazos, sinceridad, amistad. De la buena. Una maravilla de gente en un sitio espléndido.
Como muestra, una foto del chinasco donde guardan la leña cortada y que estuvo a punto de desaparecer hace apenas una semana cuando, durante una tormenta, se cayó el castaño de al lado (se puede ver el tronco junto a la cabaña).

Corteconcepción. Huelva. Foto: © jesús martín camacho. 2006.
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sábado, 25 de noviembre de 2006

A MI ALMA

Cuando uno no está pasando por su mejor momento. Cuando ni siquiera es un momento bueno, se agradece cualquier gesto, cualquier conversación. Paso por uno de esos trances y me siento realmente afortunado de poder contar, además de con mi familia en la distancia (no sé cómo pagaros), con mi familia de aquí: gracias Irene por tus conversaciones y apoyo; Lui, porque me escuchas, a pesar; y Agustín, por estar aquí y regalarme cosas tan bellas como el poema de Juan Ramón:
A MI ALMA
(reconvertido en "A mi amigo")
Siempre tienes la rama preparada
para la rosa justa; andas alerta
siempre, el oído cálido en la puerta
de tu cuerpo, a la flecha inesperada.
Una onda no pasa de la nada,
que no se lleve de tu sombra abierta
la luz mejor. De noche, estás despierto
en tu estrella, a la vida desvelado.
Signo indeleble pones en las cosas.
Luego, tornada gloria de las cumbres,
revivirás en todo lo que sellas.
Tu rosa será norma de las rosas,
tu oír de la armonía, de las lumbres
tu pensar, tu velar de las estrellas.
Gracias, Bill. No sabes lo que valen para mí estas palabras.

Mazagón. Foto: © jesús martín camacho. 2005.

lunes, 20 de noviembre de 2006

LOS INICIOS DE MI CINE



Me pidieron que escribiera sobre cine. Concretamente elegir una de estas dos defensas: el cine como pura imagen en acción, entretenimiento o el cine como instrumento para estudiar la psicología humana. Mientras me lo pensaba, hace poco, revisando fotos, me encontré con el edificio madrileño donde tuvo lugar la primera sesión de cine pública en España (14 de Mayo de 1896). Verlo y dejar a un lado el tema que me propusieron sucedió a una. Quería recordar y escribir mi inicio en el cine. Debo estar volviéndome un sentimental, porque el tono es melancólico, como siempre:
"Amo las películas. Cada día más. Con catorce años y el cuerpo desgarbado de un niño bastante miedica, pensé que ya era lo suficientemente mayor como para ir al cine por primera vez. Creerán ustedes que a buenas horas tomaba la decisión. Pero es que ustedes no conocen Algeciras. Al menos la Algeciras que se le representaba a un chaval miedica de catorce años desgarbado. Y mucho menos en invierno. Peor de noche. Mucho peor solo. Porque cuando les digo que fui “por primera vez al cine”, quiero decir “fui por primera vez al cine solo": nada de colegas de la escuela, grupos de amigos de la calle, hermanos y mucho menos novia; tampoco que mis padres me dejaran en la puerta y hora y media después me recogieran allí mismo. No. Hablo de andar más de media hora sin nadie –cabeza agachada- de noche –paso ligero- y por calles frías y desiertas –puños cerrados dentro de la chaqueta vaquera-; de intentar no pensar en las últimas veces que me habían atracado en la calle. Cabeza agachada, puños cerrados, paso ligero. Entré en el cine. La película era Belle Époque. Su primera imagen: primer plano de una maleta en una carretera sin asfaltar y la cámara que se aleja con un zoom. Me sorprendí. Estaba sonriendo. Me dije: “¡Olé mis huevos!”. Me relajé y disfruté. Dos horas más tarde, de vuelta a casa, ya no había prisas, miedo ni frío. Pensando en la película –todavía no se me había quitado la sonrisa- tardé casi el doble en hacer el mismo camino de la ida. Seguía teniendo frío, pero no miraba hacia el suelo -los puños, no os voy a engañar, seguían cerrados. Cuando meses después Belle Époque arrasaba en los Goyas. Su triunfo era el mío.
(Un año después Fernando Trueba dedicaba el Oscar al único Dios de su panteón: Billy Wilder. A la mañana siguiente, Mr. Wilder en persona le llamó por teléfono: "Hola, soy Dios. No debiste decir eso anoche. Desde que lo has hecho la gente se santigua al verme en la calle").
Foto: Madrid, edificio donde tuvo lugar la primera proyección pública en España (1896)
© Leticia del Valle Martínez

viernes, 17 de noviembre de 2006

OTRAS CIEN MENTIRAS

Las listas, ya lo dije, no tienen fin, menos mal que para eso están los amigos que las completan -aunque también, inevitablemente deje abierta la suya-. Estas son las mentiras de Agustín (por sus gustos les conoceréis)...

Los bordillos de las aceras, los pistachos, las chaquetas de Woody Allen, Woody Allen, Annie Hall, Fernando Redondo, Gilda, Gloria Grahame, el billar, el futbolín, gritar gol, marcar un gol, el primer beso, Radio Futura, las películas del oeste, Gila, Faemino y Cansado, La Hora Chanante...¡Chanante!, Sophie Evans, dar pataditas al balón en mi patio, los nísperos de mi casa de Aljaraque, hablar de cine, Carrusel deportivo, los hoyuelos de tu espalda, las gominolas, las películas de piratas, Sultans of swing, Sabina, Raúl y Guti, Tú y yo, Scorsese y De Niro, Tú y yo, Jack Lemmon y Walter Matthau, tú y yo, el sombrero de Muerte entre las flores, los perdedores de John Huston, John Huston, John Ford, Billy Wilder, Howard Hawks, el cine negro, Fritz Lang, escribir en la bañera, el vino, la cerveza, el vodka, el tenis, el fútbol, Maradona, el gol de Maradona, el boxeo, Julio César Chávez, por tu madre, por Dios, por México, Mike Tyson... ¡binnn!, las variaciones Goldberg, tita Ene, mi bici de carreras, mis guantes de boxeo, mis camisetas viejas y rotas, acostarme tarde, levantarme tarde, reír, cantar en el coche, conducir, correr por la playa, correr por los pinos, correr, correr, leer despacio, leer poesía en voz alta, Scarlett Johansson, Natalie Portman, Michelle Pfeiffer, Deseando amar, el tiramisú, el culo de la Lui, Clásicos populares, no hacer nada, el café hirviendo, los mensajes que me mandas, Pat Garret y Billy el Niño, pasear por Sevilla, ir al cine, salir del cine, tirar piedras, los toros, el blues, Billie Holiday, las novelas de detectives, Hammet, Chandler, Carvalho, los almuerzos de Carvalho, la ropa deportiva, Vallejo, Cortázar, Rulfo, Juan Ramón, hablar, charlar, gritar, las rubias, las pelirrojas, jugar al fútbol con las chapas, jugar al Tour con las chapas, Garci, Almodóvar, Aitana, Michael Jordan, Larry Bird, Clint Eastwood, las cafeterías, las camareras, jugar al fútbol cinco horas seguidas, los phoskitos, Mazinger Z, Tom y Jerry, Spiderman, la letra "a" el número 9, bailar agarrados, las berenjenas, mirar libros, comprar películas, la playa, las puestas de sol, las tostadas poco hechas, saludar a los desconocidos, escribir en la pizarra, Atticus Finch, Eddie Felson, el jinete pálido, Shine, Edward G. Robinson, Bogart, butaca de pasillo, pisar hojas secas, recortar fotos de películas, los chistes, el color azul, los documentales de leones, los de historia antigua, soñar despierto, soñar dormido, Muñoz Molina, Miriam Díaz Aroca, Marlene Moreau, el Tricicle, los chicles, los pestiños de mi madre, las minifaldas, llevar dos relojes, poner dos despertadores, escribir con pluma, Blas de Otero, Juan Diego, los sonetos, las trenzas, los trenes, el zumo Júver de melocotón, los columpios, la carne mechada, Peter Pan, Campanilla, pegarle al saco, saltar a la comba, la última secuencia de El Buscavidas, La Regenta, Frasier, Aquellos Maravillosos Años, Pedro Reyes... ¡un huracán, Dios mío, un huracán!, nadar, un ace, un triple, Edward Hopper, Picasso, Paul Newman, la Séptima, la Octava, la Novena, el Recre, un gol de cabeza, Santillana, el Buitre, Brad Pitt, El club de la lucha, la melancolía, Trilce, Ancia, El amor en los tiempos del cólera, las profesoras de matemáticas, la risa de mi hermano, mi familia, Julia, mi Pepa.

domingo, 12 de noviembre de 2006

VOLENDAM, MARKEN

Volendam es un pequeño pueblo de pescadores a unos 50 kms al noreste de Amsterdam. Un lugar encantador por lo tradicional, con su pequeño puerto, sus casas pegadas al mar, puentes de madera, calles estrechas, etc... todo ello si no fuera porque se ha convertido en una de las "postales oficiales" de Holanda y, por tanto, en la visita, entre montaditos de arenque y tiendas de turismo irás serpenteando a cientos y cientos de personas que, de todos modos, al igual que tú, tienen el mismo derecho a estar ahí. Una vez que te repones de la impresión que te ha causado la muchedumbre, realmente empiezas a disfrutar del pueblo.




En Marken, a la que se accede casi exclusivamente en barco desde Volendam (era una antigua isla que han anexionado al continente), no está permitido que circulen los vehículos a motor, lo cual da una idea de lo idílico que resulta el pueblo. Además, no sé si fue suerte o no, pero había mucha menos gente que en Volendam.

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Fotos © jesús martín camacho. 2006.

viernes, 10 de noviembre de 2006

AMSTERDAM (II)

Amsterdam como ciudad de contrastes: en pleno bullicio y estruendo del centro turístico y de ocio de la ciudad (Leidsplein), si logras encontrar el portón adecuado de la calle Spui y entras en él, darás con el Begijnhof, un auténtico lugar de descanso de ruidos y ajetreos cotidianos (es increíble cómo desaparece en apenas diez metros todo el ruido del día a día). De hecho, desde el s. XIV viven en este idílico barrio -residencial, podríamos decir-, compuesto por un espacio ajardinado rodeado de casas y una iglesia en el centro, estuvo habitado por devotas que no habían tomado los hábitos, pero que se dedicaban a labores evangélicas en la ciudad:

La Oude Kerk ("Iglesia vieja"), el edificio más antiguo de Amsterdam (1250), con más de cinco siglos de historia arquitectónica.

Edificio de la esquina de la calle Oudezijs Voorburgwal, en el barrio judío:

El monumento a Rembrandt y a su Ronda nocturna en Rembrandtplein:

Fotos: © jesús martín camacho.2006.
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jueves, 9 de noviembre de 2006

AMSTERDAM

Visita a Holanda a finales de Julio. Cinco días en Amsterdam y otro en Volendam y Marken. ¿Cómo no empezar con unas vistas de los canales?




Pero no sólo en los canales hay agua, ¡cómo se aprovecha esta improvisada piscina en Museumplein!

Fotos: © Jesús Martín Camacho.2006
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sábado, 4 de noviembre de 2006

EN UN LUGAR SOLITARIO (III)

Para Leti, apasionada del cine francés.
La pantalla está en negro. Se ilumina una estrecha franja horizontal en su mitad y deja ver unos ojos de mujer con restos de lágrimas ya casi secas. La pantalla, gradualmente, se va llenando con su rostro en un primerísimo primer plano. Comienza la conversación entre susurros:
Florence: Soy yo la que no puede más... te quiero... te quiero... así que es necesario... te quiero
-la cámara se va alejando-
Florence: No te dejaré Julien. Sabes que estaré allí...
-está hablando por teléfono-

Florence: ...contigo.
-se ve al interlocutor-
Julien: Te quiero. Si no oyera tu voz, me perdería en el silencio.
-sobreimpresos en el rostro de la mujer, los crédito iniciales-
Florence: No eres muy valiente -sonríe-
Julien: El amor no es valiente.
Florence: Cállate
-vuelve a sonreir y aparece el título: Ascensor para el cadalso y comienza a sonar Miles Davis-
Ahora que está de estreno el cine negro y de gángsters con la vuelta de De Palma (La Dalia Negra) y Scorsese (Infiltrados), merece la pena echar la vista atrás a la Francia de 1958 y a la ópera prima de un Louis Malle que contaba cuando la dirigió con 24 años. Anoche, en el Super 8 de Huelva (bar retro, adornado con mil imágenes de series y películas de los 70-80's) hablábamos algunos amigos de la incapacidad o dificultad a la hora de valorar una obra de arte como buena o mala (por simplificarlo de algún modo, claro). Y lo que más o menos quedó claro es que había dos caminos -no necesariamente paralelos- para llegar a hacer una buena obra de arte (en cualquier variante: música, cine, literatura, etc): una, amoldarse y exprimir hasta sus más profundas consecuencias las características de un género/estilo determinado y, dos, penetrar en las intimidades de ese género y violarlo, transgredir sus normas de manera consciente, dando lugar a una visión propia que tenga en cuenta la tradición, pero que la utilice para desviarla hacia el nacimiento de algo nuevo.
Y eso es lo que hace Malle con el cine negro, crea una estupenda película que se enmarca dentro de este género no sólo en la trama (una pareja de amantes planean la muerte del esposo de ella y jefe de él; accidentes cotidianos, fortuitos e incontrolables entran en juego una vez que se ha llevado a cabo el asesinato), sino en los ambientes, la luz, la dirección de actores.
Por otra parte, el tratamiento de los personajes, el tono intimista, la duración de los planos, la sencillez de ciertas conversaciones, rompe con la tradición norteamericana del film noir y provoca la aparición de algo nuevo, de un nuevo código, que pronto pasará a denominarse la nouvelle vague francesa.
En resumidas cuentas, obra maestra por lo que cuenta y por cómo lo cuenta. Film absolutamente moderno del que, esperemos, no hagan nunca ningún remake -no sé si lo tiene-, porque, en ese caso, estará más anticuado que el original.
Florence: Más tarde, hablarán de nosotros. Nos citarán como ejemplo. La música seguirá... y ya estaremos muertos.

Ascensor para el cadalso (Ascenseur pour l'échafaud),de Louis Malle, con guión de Louis Malle, a partir de la novela de Noël Calef

lunes, 30 de octubre de 2006

MÁS DE CIEN MENTIRAS

Para Lui, ahora más que nunca, ¡recuérdalo!

¡Cuántas veces no habremos oído que la vida merece la pena! Mucho, pero para realmente averigüarlo hay que descender a los detalles, como hizo Sabina en su "Más de cien mentiras (que valen la pena)". Agustín me propuso un listado y yo acepté el reto. Aquí van unas de mis cien mentiras que hacen que la vida valga la pena:

El pan con tomate, el zumo de naranja, el Babelia por la mañana, el guacamole, la pasta, las comidas de la Lui, la Lui en las comidas, Lui desrizándose su rizo, Lui rizándonos con su risa. Los chistes malos de Irene, Irene sin sus chistes. El puño levantado de Agustín enfatizando lo que dice. Mis hermanos-amigos, las madrugadas de verano en Los Toreros, las risas con Vero, las cervezas con Rosario, las divagaciones con Paco, la petanca con mi padre, el cine con mi madre. Mi hermana con su maldad, el Billy para cualquier situación, Christian en cualquier charla.
Un 14 y un 5 que suman dos 10, un taconazo en
Old Trafford, un último pase en el Bernabeu. Una finta y un triple que vale un último anillo. El primer toque en un partido, el revés paralelo, la camiseta sudada, el pañuelo en el pelo, el voleyplaya, las pachangas de fútbol en el campo, los pases largos en la playa, el bote del balón de baloncesto, los triples limpios, los ganchos a tablero, las pachangas a tres equipos.
El camino de ida a tu casa, el lunar en el trasero, el olor en el cuello, el beso en el vientre. Un abrazo de más, un beso por lo menos, que la risa te sorprenda, que tú sorprendas a una mujer mirándote.
De entre las guapas, Liz Taylor; de entre las feas, Bette Davis; de entre las sombras,
Laura; Kim Novak, de entre los muertos. La entrada al cine, la entrada a la sala, el comienzo de la película. Wilder, Lubitsch, Capra. Hawks, Ford, Huston. Bogart y Bacall, Tierney y Andrews. Un sofá en los Doce Robles, un granero en La Casa de la Sidra, un apartamento en Manhattan, una casa en Long Island. Scarlett mojada por Allen, una buena idea en una película, una frase nueva en un libro, que te sepan decir lo que nunca supiste expresar. Bill a las 12 de la noche. No poder dejar de leer. Leer para quedarse dormido, leer para no dormir. Los encuadres de Hopper, los cuadros de Ford. Las letras del Sabina de ayer, la voz del Sabina de hoy. El comienzo del Johnny B. Good, el final del Stairway to Heaven. Loquillo con Sabino, Segarra con Fecé. Pumares en la radio, Garci en la tele, Ki duk y Kar Wai en el cine.
Las historias largas de Mortadelo y Filemón, las cortas de Zipi y Zape, Anacleto, los
Don Mickey apilados, Tintín y Astérix. Leerlos en el colchón viejo del trastero.
Aquellos Maravillosos Años, la nostalgia, Cinema Paradiso, la caseta de madera en la playa, Verano del 42. Mi primera novia, a quien no le di ni un beso; el último beso que di a quien no era mi novia. Mi profesora de Griego, tu profesora de Filosofía. Una clase que sale bien.
De niño,
la Tierra Media; Macondo, a los catorce; con la mayoría de edad, Comala. Lisboa solo o con amigos, Amsterdam bien acompañado. Lucrecio a solas, Horacio en la facultad, Virgilio a cualquier hora. Ana Karenina, Pálido Fuego, Residencia en la Tierra...

Y paro aquí, porque quiero que esta sea, ¡cómo no!, una lista incompleta a la que añadir líneas hasta el último día, el último momento. Saludos.


Alrededores del Teide, Tenerife. Foto © jesús martín camacho. 2005.
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martes, 24 de octubre de 2006

LOS (POSIBLES) PARAÍSOS PERDIDOS

Hoy dejé pasar otro aliento de vida:
no quería rozarlo con mi muerte.
Di media vuelta y me aterroricé:
estaba yo sólo. Inevitable.

Disculpa si te hice ver que era otro:
ni yo mismo me admito.
Me engaño cuando no soy yo:
Tengo miedo de mi propia persona.
© jesús martín camacho. 2005.


Una sala de exposiciones, Barcelona. Foto: © jesús martín camacho. 2005.
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jueves, 19 de octubre de 2006

PINSAPOS

Durante el puente, de ruta por Sierra Bermeja. Entrando por la carretera de Estepona a Jubrique a la altura del pico "Peñas Blancas" (1010 mts. altitud) comienza el Paraje Natural llamado de Los Reales, donde, si tienes unas horas para caminar, te acompañarán en tus pasos los pinsapos.

Es una marcha muy agradable. Para los que quieran, pueden encontrar información en http://www.pasoslargos.com/lasrutas/reales_sierra_bermeja.htm
Os dejo con algunas fotos.

Paraje Natural Los Reales. Sierra Bermeja. Málaga. Fotos: © jesús martín camacho. 2006

Si alguien se apunta a hacer una ruta de Genalguacil a Jubrique -en www.pasoslargos.com/lasrutas también hay detalles-, que avise).

martes, 17 de octubre de 2006

SÍSIFO

Sísifo, rey de Corinto, fue, junto a Odiseo -del que una leyenda hace padre-, el personaje más astuto de la mitología grecolatina. Se le conoce sobre todo por el castigo al que fue condenado en el Tártaro: empujar una enorme roca por una ladera de una montaña hasta la cima; una vez allí, la roca vuelve a caer rodando hasta el pie de la colina y Sísifo debe comenzar de nuevo su eterna e inútil tarea.

Eterna, sí; pero ¿inútil?: si se ha acostumbrado a su castigo, si de ese trabajo nace una pasión por lo que hace, un disfrute tal que lo mismo le da de si tiene un fin concreto o no -o si simplemente no tiene fin-, ¿se puede tachar de inútil al esfuerzo? ¿es un castigo?
Acabo de disfrutar de la recreación que del mito el escritor argentino Andrés Neuman ha puesto en boca de Sísifo en su libro Alumbramiento -ya me había sorprendido este joven autor (Buenos Aires, 1977) con su libro de haikus urbanos Gotas Negras (2003)-. Sin su permiso, pero haciéndole y haciéndoos un gran favor, os reproduzco íntegramente su relato. Espero que os guste a vosotros y que él no tome represalias.

SÍSIFO
Amanece. La opinión ajena se conforma con muy poco. Amanece despacio, y el río hace cosquillas a la tierra intentando despertarla. Hoy también trabajaré solo. Saldré al monte inundado por el cobre del sol, dejaré que las aves prosigan con su orquesta y cumpliré con lo mío: ya no estoy castigado.
Es un alivio cargar siempre con la misma roca. Es esta: la misma gigantesca, ocre, redonda piedra mía. No siempre ha sido así. Redonda, digo. No es que me merezca ir por ahí alardeando de geómetra, pero antes mi roca era más bien un poliedro. Una masa sin forma definida, con incómodos salientes que traspasaban mis ropas y me herían la piel. Lo que se dice un suplicio. Pero a fuerza de emplearla se ha ido haciendo tersa, regular. Modestamente, ha quedado bien bonita. Y es un alivio cargar con ella siempre, con esta misma roca, un día y otro día y cada día. Un verdadero descanso. Aunque la terca opinión ajena insista: que si sobrellevo una existencia torturada, que si mi astucia se marchita desempeñando una tarea idéntica cada vez que sale el sol, que si jamás podré ver mis trabajos concluidos... ¡Ingenuidades! Sin ninguna intención de ponerme a ensayar paradojas, puedo afirmar que me han quitado un peso de encima.
¿Cambiar yo de roca? ¿Cambiar de colina, de hora, de designio? No imaginan los que se creen libres con cuánta responsabilidad cargan. Tanta decisión que tomar en vano, semejante insistencia en los cambios, deben de resultar agotadoras. Fíjense, en cambio, qué joven me conservo. Además, como es natural, con el paso del tiempo he ido adquiriendo ciertas habilidades en el aparentemente sencillo arte del levantamiento, traslado y posterior depósito de minerales de gran tamaño. No cometeré la exageración de declarar que no me cuesta ningún esfuerzo, aunque pueden creerme si les digo que he dejado de sufrir aquellos lamentables dolores de espalda y que ya apenas me agito al coronar la cima del monte. Podrán suponer que, con la escasa vigilancia a la que me someten, no son pocas las tardes en las que, en lugar de la reglamentaria elevación dorsal, cubro el último tramo empujando mi roca como si se tratase de una rueda o un formidable juguete. ¿Y qué si alguien me viera? ¿Adónde me expulsarían? ¿Van a encontrar acaso a alguien que me reemplace?
Otra de las patrañas de las que me río a carcajadas: el terrible momento de la caída de mi roca, la supuesta decepción de ver cómo se precipita de nuevo ladera abajo... A quienes ignoran la topografía de la zona, me gustaría informarlos de que la falda sur del monte es espesa, verde y húmeda; da gusto recorrerla. ¿Acaso alguien ha dicho que, entre ascenso y ascenso, no puedo permitirme mis pequeños recesos a la sombra de los árboles? Por otra parte, la veloz y estrepitosa carrera de la roca constituye un espectáculo fascinante del que nunca me canso. Me enorgullece confesar que todavía hoy, al comienzo de cada jornada, noto cierta ansiedad en mis movimientos. Como si la certeza de que a lo largo del día veré rodar la roca decenas de veces más no me impidiera aguardar, con la ilusión de un principiante, las primeras caídas de la mañana. Pueden llamarlo como gusten: vocación, simple paciencia o -si son perspicaces- puro sentido práctico.
Ha amanecido sin prisa. La hierba se calienta. Las opiniones se repiten, perezosas. Sé que sufro menos que muchos. No soporto ninguna incertidumbre. Voy por el sendero hacia el monte. Los árboles cimbreantes se lavan la sombra en el río. Sólo una cosa temo, y esto nadie lo sospecha: que un día como cualquier otro, al posar otra vez mi querida vieja roca, esta se quede inmóvil en lo alto.

"Sísifo", de Andrés Neuman. Alumbramiento. Ed. Páginas de Espuma. 2006.

martes, 3 de octubre de 2006

GRIEGO Y LATÍN, ¿PARA QUÉ?

Cito de manera textual:

"(...) reina una general incertidumbre, y a la vez un cierto escepticismo, en los problemas filológicos. Esta indecisión de la opinión pública afecta a una ciencia tanto más cuanto que sus enemigos pueden trabajar con mayor éxito. Y los enemigos de la filología son numerosos. ¿Dónde no hallar al sempiterno burlón, apercibido siempre para dar algún alfilerazo al topo filológico, ese ser aficionado a tragarse el polvo de los archivos, a desmenuzar una vez más la gleba triturada cien veces por el arado? Mas para esta clase de adversarios la filología es un pasatiempo inútil, inocente e inofensivo; un objeto de burla, no de odio. En cambio, anida un odio invencible y enconado contra la filología allí donde quiera que el ideal es tenido como tal ideal, allí donde el hombre moderno cae en la beata admiración de sí mismo, allí donde la cultura helénica es considerada como un punto de vista superado, y, por lo tanto, indiferente. Frente a estos enemigos, nosotros lo filológos debemos contar con la ayuda de los artistas y de las naturalezas artísticas, únicas que pueden comprender que la espada del bárbaro se cierne siempre sobre aquellas cabezas que tienen todavía ante sus ojos la inefable sencillez y la noble dignidad del helenismo, y que ningún progreso, por brillante que sea, de la técnica y de la industria; ningún reglamento de escuela, por muy acompasado que esté a los tiempos; ninguna formación política de la masa por extendida que esté, nos puede proteger contra los ridículos y bárbaros extravíos del gusto ni de la destrucción del clasicismo por la terrible cabeza de la Gorgona".
Friedrich Nietzsche, Basilea, mayo 1869.
Nuevos tiempos, mismos enemigos.

Perseo. Benveneuto Cellini (1554). Loggia dei Lanzi, Piazza della Signoria, Florencia.

lunes, 2 de octubre de 2006

INCAPACIDAD

Alfama, Lisboa (Portugal). Foto: © jesús martin camacho. 2006.


Mi cuerpo junto
a una farola se alivia
pero, ¿y mi alma?

© jesús martin camacho. 2006.

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miércoles, 27 de septiembre de 2006

CURIOSIDAD

¡Bendita la curiosidad, madre de todo conocimiento!






Atenas, Grecia. Fotos: © jesús martín camacho. 2006.
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