jueves, 23 de junio de 2005

EL BESO

El siguiente poema nació de una de las mejores sensaciones que, creo, se pueden tener: la tibieza de unos labios, la humedad de una lengua. Irónica y desgraciadamente, el hecho de dárselo a conocer a la cómplice que hizo posible aquél momento, ha supuesto el fin de una relación. Jamás he conocido mejor ringkomposition


VIII

El azul de tu aliento,
Empujado por tu alma,
Reticente –deseosa—,
Suspira, libertario;
Supera la garganta,
El húmedo desfiladero,
Coronado entre tus
Dientes y labio inferior,
Discreta abertura,
Victoria grandiosa.

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Huelo tu instante,
Inspiro tu sabor,
Recojo y venero;
La vida de tu saliva
Se posa en mi lengua,
Descansa su calor,
Ilumina mi boca,
Huésped impaciente;
Trago su fragancia,
Mixtura deseada.

© Jesús Martín Camacho. 2005

A. Rodin. La primavera eterna. 1884. M. Gulbenkian, Lisboa (Portugal). Foto: © Jesús Martín Camacho. 2005.

viernes, 10 de junio de 2005

STORIA D'AMORE

Inevitable. Desde el momento en que te adentras por el puente -y aunque no veas su final-, sabes que antes o después saldrás de él, lo dejarás atrás. ¿Quién sabe si volverás a estar en él, recorrerlo, pertenecerle, simplemente verle? Inevitable, aunque no lo quieras / puedas reconocer.

Ponte de 25 de Abril desde Cristo-Rei, Cacilhas (Portugal). Foto: © Jesús Martín Camacho. 2004

Caída en tres momentos:

Tu sexo tiembla entre mis manos.
La calidez ya no aprisiona mis brazos,
Sino que todo mi cuerpo rebosa de ti;
Tan lejos me encuentro de tu alma,
Que incluso podría rodearte y no intuirla.

Lejos, el verdor de la carretera grita cláxones pesados,
La luz chorrea a intervalos por mi espalda
Y tu cuerpo se arquea entre alambres que crecen de la tierra;
Nada aquí nos pertenece,
Ni siquiera
Nosotros.

El camino no nos une.
Llevo tu miel y tú no la has recogido.
Silencios entre dos mudos signos de interrogación.
Es tarde, el crepúsculo acuchilla mis costillas.
Adiós.

© Jesús Martín Camacho. 2001.

Te guardo a medio vestir, aún peinada;
Ya te había perdido cuando te quedaba una media por poner.
Entre uno y otro momento no hubo sudor ni jadeos,
Hambre ni sueños, deseo de gloria al ser derrotado.
Esa vez ni uno dio más ni el otro se cansó de pedir.

Te guardo, una vez que te perdí.

© Jesús Martín Camacho. 2004.

Hoy no puedo concebir como es tu hoy.
Imposible se me antoja imaginar tu mañana.
Tu ayer, sin embargo, está aquí, ahora.
Constante.

© Jesús Martín Camacho. 2005.