domingo, 21 de diciembre de 2008

CUENTOS SIN MORALEJA (X): LA LECHERA (final abierto)

Para Juanvi, seguidor de Juan Sinmiedo.


La bella niñita
sería actriz, modelo...
no acabó la ESO...

Jesús Martín Camacho.2008.


jueves, 11 de diciembre de 2008

INVIERNO AL AIRE LIBRE

Hay una suerte de haikus al que los especialistas llaman "feístas", denominación que no me gusta nada, pues solo hace referencia a que se tratan allí temas escatológicos u otras acciones connaturales al hombre. Pero, si el haiku ha de expresar lo que ocurre en un momento y lugar determinado, ¿cómo obviar esa parte de su vida? Ya intenté hace tiempo escribir un haiku de este tipo por aquí; el otro día, de excursión, al subir a la cima y sentarme, lo que me salió escribir fue esto (y no ese trata de nada escatológico ni, por supuesto, lo considero feísta):

La luz al ojo

El frío en el cuerpo

La piedra y el culo

© Jesús Martín Camacho.2008.





Puerto del Cabrito. Algeciras. Foto: © Jesús Martín Camacho.2008.

martes, 9 de diciembre de 2008

ECHO DE MENOS HABLAR DE CINE

Esto es una respuesta a un comentario a la anterior entrada. Dice así: "Cine, cine, cine. Echo de menos hablar de cine". Esto es una respuesta, pero también una declaración de amor al cine, al amigo y a los que disfrutan del cine:

Yo echo de menos tu cara ante mi carpeta de películas. Sólo habíamos intercambiado algunas frases y ya sabíamos que ahí había dos amantes del cine. Echo de menos que me descubrieras a Eddie Felson, que yo te presentara a Chow Mo-Wan -cuando ya lo habías conocido en "2046"-. Los "suerte" antes de las películas en el cine; los descubrimientos en la penumbra: "La vida de los otros", "Una historia de violencia", "Infiltrados", etc.
Echo de menos las competiciones de críticas y votaciones de Eddie y Totó en filmaffinity; que ellos se convirtieran poco después en Bill y Pat. Echo de menos tu cinefagia tardía, tu envidia a mi temprana film-glotonería. Tus conocimientos del cine de los setenta, el descubrirte pequeñas joyas de los treinta y los cuarenta. Regalarte "La senda tenebrosa", "Los sobornados" y tantas otras; recibir de ti "Pulp fiction", "Vidas rebeldes" y tantas otras.
Echo de menos empezar a hablar de películas durante un partido; terminar el encuentro y poner alguna: otro vodka, otro whisky. Charlar sobre cine, mascar películas, respirar escenas, oler diálogos. Te sabes todas las frases ("¿película?"), mi vergonzosa mala memoria. "Dead man" a la una de la mañana. "Deseando amar" a las cuatro de la tarde (¿acaso hay alguna mala hora para una buena película?).
Echo de menos una tarde de listas: mejores actores, peores actrices, películas por género, por décadas, por inicios, por finales; mandar más de veintes mensajes en dos horas para dar a elegir entre dos actores, directores, etc. ("¿Jack Lemmon o Walter Matthau?", "¿Maribel Verdú o Aitana Sánchez Gijón?", "¿Frank Capra o George Cukor?"). Competir a haikus sobre cine, escribir el más bello a medias... para que se nos olvidara media hora después. Los "¡eureka!" cuando de pronto recordábamos el dato que no quería salir ("¡ostia, tío!"). Jugar a los anacronismos: "¿quién de los actores de hoy habría hecho "Grupo Salvaje"?, ¿Quién de los antiguos "El club de la lucha"?"
Echo de menos abrir el armario de las películas y lentamente recorrer con los dedos y la memoria los dvd para ver cuál es el elegido.
Echo de menos cambiar un canal, encontrarnos con William Munny y ya no apartar la mirada hasta que termine la película (el metacine: "he matado a muchos hombres en mi vida"). Ver películas dobladas, en v.o., en v.o.s., oírlas desde la cocina, desde el patio dándole patadas al balón.
Echo de menos que quieras que escribamos guiones juntos, meterle mano a los tuyos, que me dirijas en "L'Antiqua".

Echo de menos el cine, tu cine, mi cine. Nuestro cine.

lunes, 8 de diciembre de 2008

EL CINE LLEGA A MACONDO

Volviendo a releer, que no leer, Cien años de soledad. Tantas pequeñas historias, tan diminutos detalles, tantos y tan plásticos en mi cabeza, que no hacían mas que obligarme a maginar un corto cinematográfico para cada uno de ellos. Y pensando en la escritura, en la historia y en el cine, me encuentro con la maravillosa recreación: el cine llega a Macondo.



"Se indignaron con las imágenes vi
vas que el próspero comerciante don Bruno Crespi proyectaba en el teatro con taquillas de boca de león, porque un personaje muerto y sepultado en una película, reapareció vivo y convertido en árabe en la película siguiente. El público que pagaba dos centavos para compartir las vicisitudes de los personajes, no pudo soportar aquella burla inaudita y rompió la silletería. El alcalde, a instancias de don Bruno Crespi, explicó mediante un bando, que el cine era una máquina de ilusión que no merecía los desbordamientos pasionales del público. Ante la desalentadora explicación, muchos estimaron que habían sido víctimas de un nuevo y aparatoso asunto de gitanos, de modo que optaron por no volver al cine, considerando que ya tenían bastante con sus propias penas para llorar por fingidas desventuras de seres imaginarios."

Cien años de soledad. Gabriel García Márquez, ed. de la RAE para Santillana, p. 257.

domingo, 23 de noviembre de 2008

ALGECIRAS, ALREDEDORES.



Años atrás un profesor me decía que Algeciras era la ciudad más fea ubicada en el enclave más hermoso. Y no le faltaba razón. No tanto por lo uno como por lo otro. De hecho, cada vez paseo menos por el centro de la ciudad y deseo más recorrer sus alrededores.


Sobre todo en este frío. Si el tiempo está despejado no dejan de impresionar las vistas desde el Puerto del Cabrito, no desmerecen mutatis mutandis a las del pirata de Espronceda: a un lado, la bahía de Algeciras; al otro, el pálido dorado de las arenas tarifeñas; enfrente, la cercana África; detrás, tierras interiores del Campo de Gibraltar.


Caminar con un buen amigo al lado, ya sea sin hablar, diciendo tonterías o repasando verdades hace doblemente buena la excursión. Si ese amigo es tu hermano, tan hermano como amigo, miel sobre hojuelas.

(nota bene: perdón por la calidad de las fotos. Sólo hice éstas. hay que cargar la batería antes de salir. En breve volveré y haré más).



Fotos: © jesús martín camacho.2008.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

PESSOA, RICARDO REIS, SARAMAGO. LISBOA.

a Paco, que me descubrió Lisboa, Pessoa y Saramago. ¡Ahí es nada!


Lisboa tiene tantos amigos como enemigos. A mí, que me sedujo precisamente con la cualidad con que más la he oído criticar, su aspecto decadente, me tiene enamorado. La he visitado con todas las compañías y estados de ánimos imaginables, por todos los rincones, y no me hace cambiar de idea. De sentimiento.
Este amor a la ciudad me llevó (gracias, Víctor) a un autor también tan querido como denostado, José Saramago, en su lúcida y pausada reflexión de la ciudad de El año de la muerte de Ricardo Reis.
Ha sido Lisboa la que me ha llevado a Saramago, pero lo que realmente me ha atrapado ha sido la atmósfera pessoana (perdón por el adjetivo) de la aburrida rutina de su heterónimo Ricardo Reis.
Leer el siguiente fragmento ha sido recordar los más bellos pasajes del famoso “Hora absurda” de Pessoa. La soledad y la lluvia tras los cristales:


“Ricardo Reis cerró la ventana, apagó la luz, se sentó en la butaca, con una manta tendida sobre las rodillas, oyendo el oscuro y monótono ruido de la lluvia, este ruido es verdaderamente oscuro, tenía razón quien lo dijo. No se durmió, tiene los ojos muy abiertos, envueltos en la penumbra como un gusano de seda en su capullo, Estás solo, nadie lo sabe, calla y finge, murmuró estas palabras, en otro tiempo escritas, y las despreció porque no expresaban la soledad, sólo el decirlas, también al silencio y al fingimiento, por no ser capaces más de decir, porque ellas lo son, las palabras, aquello que declaran, estar solo, querido señor, es mucho más que conseguir decirlo y haberlo dicho”.
El año de la muerte de Ricardo Reis, J. Saramago, ed. Santillana, p. 238-239.


Y ahora, un fragmento de la maravillosa "Hora Absurda" de Pessoa. Con intención no lo escribo por completo. ¡Búsquenla los que no la conzocáis!


Llueve oro mate, mas no en lo exterior... Es dentro de mí... Soy la Hora,y la Hora es de asombros y toda ella escombros de ella misma...
En mi atención hay una viuda pobre que nunca llora...
En mi cielo interior nunca hubo una sola estrella..


Hoy el cielo es pesado como la idea de no llegar nunca a un puerto...La lluvia menuda está vacía... La Hora sabe a haber sido...
¡Y no haber algo como lechos para las naves!...
Absorta en alienarse de sí, tu mirada es una plaga sin sentido...


Canal de Beagle. Argentina. Foto: © Jesús Martín Camacho. 2008.

lunes, 10 de noviembre de 2008

EN UN LUGAR SOLITARIO (VI): THE HUSTLER

Para Carlos, Kodro y Víctor, cabezas visibles de la Asociación Juvenil y Cultural "José Saramago" de Estepa.

Nota previa: Muere Paul Newman y la Asociación Juvenil y Cultural "José Saramago" de Estepa quiere rendirle homenaje. Decide hacerle un homenaje proyectando en el Salón de Actos de la Casa de la Cultura The hustler (El buscavidas, Robert Rossen, 1961). Me piden el favor de que la presente. ¡Si el favor me lo están haciendo ellos!: el cine, hablar de cine, descubrirle a alguien una película, comentarle secretos a los que tendrá que atender. Ha sido una experiencia más que agradable, hermosa. Hay detalles que afianzan en mí la idea de que este tipo de actos son necesarios, sea cual sea su número de asistentes (en este caso treintaytantos): desde el matrimonio argentino, que vino a darme la mano -toda amabilidad, todo agradecimiento- y rogaron más actividades de este tipo, hasta la hermosa muchachita extranjera que decía haber entendido mejor la película gracias a los comentarios previos, o la comitiva sevillana que comentaba horas más tarde los detalles más variados del film. Gracias, amigos de la Asociación.


The Hustler
: Película fría, dura, cínica, pesimista. Para mayores. Blanco y negro de picados / contrapicados y espectadores retratados al fondo. Paul Newman trabajando con sus ojos, Jackie Gleason con su cuerpo, George C. Scott mefistofélico y Piper Laurie de soledad en grietas aceptadas. Enfrentamientos en la mesa de billar, en apartamentos, estaciones y en la cabeza. La búsqueda del carácter, la peligrosidad del talento. Caer o no. Cuatro personajes, caras de uno solo.


Antes de los diálogos, dos críticas:
"La soledad que sufre Sarah sólo es equiparable a la necesidad inconsciente de Eddie de encontrar su carácter. La soberbia en la interpretación de Paul Newman (que no soberbia interpretación en un juego fácil de palabras) y el realismo en la de Piper Laurie hallan su punto de encuentro en la costumbre de ganar -en cualquier terreno- de Bert (George C. Scott)."
Pat Martin, Alburquerque, New Mexico.

"Un jinete se acerca. Eddi Felson llega a la ciudad en su coche. Es el más rápido y preciso del oeste. Le llaman "relámpago". Su Winchister es un taco que dispara bolas de billar. Llega para desafiar a El gordo de Minessota. Termina con muescas en el taco y en el alma."
William Corrales, El Paso, Méjico.


Una barra. En primer plano Eddie Felson (Paul Newman) con un whisky. Tras él, a medio metro y sentado a una mesa, Bert Gordon (George C. Scott).


Bert Gordon: El billar.

Eddie Felson: ¿Es ironía?

Bert Gordon: No hay otro jugador de billar como tú si lo haces siempre como lo hiciste la otra noche en Ames. Tienes talento.

Eddie Felson: Pues si tengo talento, ¿qué me derrotó?

Bert Gordon: Tu carácter.

Eddie Felson: ¡Qué tontería!

Bert Gordon: Sabes que digo la verdad. Todos tenemos talento. Yo lo tengo, pero ¿crees que se puede jugar fuerte al billar durante 48 horas contando sólo con el talento? ¿Crees que el Gordo de Minnesota tiene fama de ser el mejor sólo por su talento? No. El Gordo de Minnesota tiene más carácter en un solo dedo que tú en todo tu cuerpo.

Eddie Felson: Me emborraché.

Bert Gordon: El bebió tanto whisky como tú.

Eddie Felson: Sabrá beber mejor que yo.

Bert Gordon: Sabe, desde luego también hay que tener talento para beber whisky. ¿Crees que El Gordo nació sabiendo beber?

(…) Se acerca a la barra, junto a Eddie.

Bert Gordon: Eddie, ¿puedo hacerte una observación personal?

Eddie Felson: ¿Más de las que me ha hecho?

Bert Gordon: Eddie has nacido para perder.

Eddie Felson:¿Que he nacido para perder?

Bert Gordon: Por primera vez en diez años vi al Gordo de Minnesota hundido, acorralado, pero le dejaste escapar.

Eddie Felson: Ya le he dicho que me emborraché.

Bert Gordon: Claro. Te emborrachaste. Tenías el mejor pretexto para perder. No importa perder con una buena excusa. Pero ganar resulta a veces como una carga, pesa mucho, es un fardo del que puedes deshacerte con una excusa. Lo único que tienes que hacer es compadecerte de ti mismo. Es uno de los mejores deportes: compadecerte de ti mismo. Es un deporte que gusta mucho. Sobre todo a los fracasados.

domingo, 19 de octubre de 2008

BENALAURÍA, ENDRINAS Y CASTAÑAS

Un fin de semana se puede presentar sin planes un viernes a las 15.00h. Pero hay alguien --¡bendita!-- que media hora después puede proponer ir a ver el bronce de los castaños, pasear y ¡fuera excusas! pegarse un homenaje en una antigua almazara reconvertida en restaurante ("La Molienda"). Entonces un domingo se hace uno 150 kms y llega a Benalauría, pueblito de cuatrocientos y pico de habitantes en mitad de la Serranía de Ronda, para empezar a caminar con el cielo encapotado vigilante.




No hay razón para intentar una marcha de senderismo (ni razón ni ganas, vaya), sino que el paseo -a falta del dorado de los castaños, aún verdes- se convierte en acompañante de la charla, entre endrinas y castañas que se tientan con el pie para ponerlas a prueba en la boca.

Todo sea abrir apetito hasta que lleguen las dos horas y pico de buen comer (otra vez con las castañas como protagonistas, ¡cómo no!, en el solomillo y en los postres) y amable reir. No describo ni manjares ni charlas (otros lo hacen mucho mejor, y lo mío no estaría a la altura), pero juzguen lo bien que le hizo a uno la comida por sus consecuencias: si uno sale y está lloviendo, poco importa. Si el camino se pudiera antojar largo, ¡qué más da!. Si la carretera no acompaña, ¿y qué? Es un buen domingo. Y eso no es poco.


Benalauría. Málaga. Fotos: © Jesús Martín Camacho. 2008.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

THE HOUSE THAT NANI&ALBERTO BUILT

Lógicamente, para Nani y Alberto. ¡Pero también para Tinito!
La casa de Nani y Alberto es una y muchas. Tanto es así, que podría formar parte del repertorio de las Ciudades Invisibles de Calvino. La casa de Alberto y Nani es ellos. En un primer momento era una casa que sabía a salmorejo casi veraniego, que lloró –casi a escondidas- con Cinema Paradiso, que vivió una incipiente y gran historia entre cuatro paredes; una historia digna de ser contada de noche en la plaza de la Inmaculada Concepción. Ahí me hice / me hicieron formar parte de la casa de Nani y Alberto.

En un segundo tiempo, la casa se convirtió en estudio de dos artistas, de almuerzo compartido con los amigos (los que menos tenían abrazaron a los tres peregrinos), de conversación lánguida de sobremesa, altos ventanales y cocina amenazada por vecino esquizofrénico. A la tercera, la casa fue de vaso de agua y poco más, pero seguían guiñándome sus muebles, sus libros, los dibujos.

De repente, la casa de Alberto y Nani se ha convertido en un sofá albino, un oasis donde uno se atreve hasta a cerrar las ventanas en pleno junio en Sevilla. Bendiciones del microclima de un mundo-salón que no invita, sino arrastra al insomnio desde la biblioteca-discoteca. Ésa que no deja respirar ni un centímetro de su pared (¡aunque sé que los mejores discos están en el dormitorio, truhanes del sancta sanctorum!). Aún así, el sueño te recoge y nada hay que te despierte (ni vecinos –¿los habrá algún día?- ni habitantes).

Y tras pasar una deliciosa noche con la casa. La mañana siguiente la casa de Nani y Alberto es Alberto y Nani. Y cuando se levantan y lo primero que hacen es darte un abrazo matutino y sentarse a tu lado en el sofá, la casa de Nani y Alberto es en ese momento el hogar de Alberto, Nani y Jesús.

Uno puede sentirse dichoso de contar con ellos.
Imágenes: © Nani González.
1) Autorretrato, 1. Acrílico sobre lienzo.
2) Alberto. Acrílico sobre lienzo.
3) Cotidiana. Acrílico sobre lienzo.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

NO ESTUVIMOS SOLOS

A los cuatro viajeros, a los centenares que nos acompañaron.


Última entrada dedicada a la Argentina. Va siendo hora de que este blog vuelva a la caótica normalidad de la que ha presumido siempre.
Y va dedicada a los compañeros de viaje que nos han acompañado desde la letra impresa. Hemos ido cinco, pero con cada uno, muchos más:


Estuvieron también Pombo, Benedetti, Ionesco....



...O'Neill, Chéjov, Stendhal, Gógol...



...Koltès, Dostoievski, Neruda...



....Onetti, Poniatowska, Gelman...



...Moravia, Terencio, Chatwin...

...y tantos, muchísimos otros (hasta setentaytantos contamos), cuyo testimonio gráfico, por problemas informáticos, no han podido aprecer aquí.

Maipú 474. Buenos Aires. Fotos: © jesús martín camacho.2008.

lunes, 8 de septiembre de 2008

CASUALIDAD E INTERTEXTUALIDAD: RAYUELA.COM

Para la niña de la media melena atada.


Prometí dedicarte una próxima actualización diferente, pero es que en menos de doce horas y a miles de kilómetros, la casualidad ha vuelta a mostrarse. Si no, lee: chatear sobre la casualidad, la casualidad en Cortázar, la casualidad al principio de Rayuela; despertarme e ir a trámites burocráticos, ver que hay mucha cola, hacer antes unas compras, encontrar una nueva librería, comprar un libro, dirigirme al mostrador a pagarlo, toparme con la sección autores del Campo de Gibraltar, echar un vistazo y abrir un libro sólo porque la editorial es del pequeño pueblo donde trabajo, abrirlo por una página cualquiera y encontrar un capítulo titulado "Rayuela.com" (de nuevo la casualidad, el principio del libro, pero...¡recreado en clave de messenger!). No es que sea un gran texto (no pretende serlo, gracioso a lo sumo), pero la curiosidad y la casualidad mandan.
Coloco uno tras otro el inicio de Rayuela y Rayuela.com:




¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada que se inscribía en el Pont des Ats, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.
Rayuela. Julio Cortázar, ed. Cátedra, pp. 119-120.




¿Encontraría a la e-Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo desde Google, a la página de contactos, y apenas si las luces ceniza y olivo del banner que flota sobre la pantalla me dejaban distinguir las formas, ya su silueta delgada aparecía en el interior de la webcam, a veces andando de un lado para otro, a veces detenida, sentada en uno de sus confortables sillones. Y era tan natural sentarme en el escritorio, esperar a que se despertara y acercarme a la e-Maga, que sonreía sin sorpresa, convencida de que un encuentro entre internautas era lo menos casual de nuestras vidas y que la gente que se da citas precisas a través del Messenger es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo del dentífrico.
Los 400 golpes (“Rayuela.com”, G090). Federico Fuertes Guzmán, ed. E.d.a.

Intertextualidad. Foto: © jesús martín camacho.2008.

sábado, 6 de septiembre de 2008

USHUAIA, FIN DEL MUNDO Y CLÍMAX DE NUESTRA ARGENTINA

Esto ya no va sólo para los viejos (y nuevos) amigos de estas Crines Verdes, sino --y muy especialmente-- para los otros cuatro viajeros, que ya tendrán ganas de ver más fotos.
Dejo el texto de Alberto (ojo, tan extenso como sugerente), y las imágenes de Ushuaia, del sur de la Patagonia y del mundo. Que sea él quien hable con su prosa ambulante:

Hagamos un ejercicio de imaginación imposible que nos saque del atolondramiento veraniego y de la simpleza de la cotidianeidad invariable y horizontal con que esperamos que el sol caiga, fuego, sobre vosotros con la misma fiereza, un día y otro, así como las noches vienen, una luna tras otra, a daros tregua. Abramos un mapamundi sobre la mesa más grande y cercana, a vuestro alcance, retomemos de nuestros armarios ese globo terráqueo que hemos utilizado tan poquito a pesar de fingir alegría la navidad en que nos cayó como regalo inesperadamente previsible, y que quedó acumulando polvo y el peso de los días y de la historia cambiante en la oscuridad de doble puerta de chapa y madera, coloreemos sobre una hoja blanca continentes y océanos, bastarán algunos nombres: topónimos generales, accidentes geográficos varios y relevantes. Imaginemos, por otro lado que, en este soñar lo imposible, viajamos al mundo al revés, y donde existe el sol calentando nuestras palmas de los pies (o derritiéndolas) ya no lo hay, ya no se encuentra ahí en lo alto del cielo y una vaga tela blanquecina ocupa su lugar; y allí donde os encontráis sudando grados, hasta cuarenta tal vez, ahora, en este reverso de la moneda que es Cono Sur, tiritáis tres grados, y son bajo cero, pues en este lugar los copos de nieve juegan a bailar en el aire en tanto caen, divertidos, como niños, como duendes, como palabras al azar pescadas en el diccionario, y claro, una alfombra de luz transparente, algodón helado, comienza a cubrir la ciudad. ¿La ciudad? Ahora es vuestro momento, porque habréis de buscar en el planeta la ciudad más al sur que el hombre habita.
Os dejo algunos minutos hasta que me ubiquéis en ese lugarcito en vuestro mapamundi desplegado, en vuestro globo terráqueo desempolvado, en el mundo que habréis coloreado temblorosamente. Uno. Dos. Tres.
Exactamente: si tus ojos recorren la cordillera andina de norte a sur (al oeste vas dejando la Chile de Neruda, al este de las montañas ves Argentina), sin separarte, casi llegando al final del Cono, cuando la cadena montañosa tuerce su columna vertebral, aparece entonces una región blanca entre lagos y montañas coronadas de espuma o algodón o miles de años o colihues de hoja perenne que llegan cerca de sus cimas, entre valles helados trescientos setenta días por año. El canal que tiene al sur se llama Beagle, y sus aguas son al mismo tiempo las del Atlántico y las del Pacífico. ¿La ciudad? USHUAIA., portuaria, corazón de la Tierra del Fuego. Estoy en Fin del Mundo, y cualquier paso hacia adelante significa un salto al abismo: tan sólo mil kilómetros me separan de la Antártida.




El canal es navegado por catamaranes que transitan sus aguas y otean, pero muy de cerca, sus islas pobladas de cormoranes imperiales y leones marinos. Abrigados hasta las orejas, subimos a la cubierta del barco. El tiempo se volvió inclemente y entonces comenzó a nevar recio, las aguas se encrespearon y golpeaban el catamarán en que navegábamos, y el viento, más que soplar, aullaba como una manada de lobos blancos, haciendo que los copos nevados nos cayeran de costado.

A pesar de todo, de la fuerza con que la naturaleza arreciaba el barco y también el faro, que aparecía erguido, rojo y blanco y solitario, sobre un pequeño islote sobrevolado por las gaviotas, y a pesar del frío de la noche invernal que se adelanta en el fin del mundo, que comienza a descender helada hasta los huesos, a pesar de cumplirse algo que alguna vez debí de leer en 'El viejo y el mar', a pesar de todo esto y agarrados a la cubierta, mirábamos el abismo del canal, sus islas colonizadas por los leones marinos que buscaban la retaguardia de una roca que los protegiera, los cormoranes al abrigo pisando firme, un nevada de la puta que nos parió tragándonos.

Es la imagen más hermosa que mis ojos nunca han visto (comparable tal vez al deseo de saber como mantiene viva la sonrisa la Gioconda), que mis oídos sintieron alguna vez (quizá 'All the world is green', de Tom Waits), semejante sólo al temblor de ciertos versos de Neruda, o el capítulo 7 de Rayuela susurrado al oído de una Maga, la invitación de Garcilaso en su soneto xxiii, la perfección con que Borges cierra sus cuentos, la tierna creación de Antoine Doinel.









Ushuaia. Isla de Los Lobos. Parque Nacional Tierra del Fuego. Patagonia. Fotos (c): Jesús Martín Camacho.2008