sábado, 6 de septiembre de 2008

USHUAIA, FIN DEL MUNDO Y CLÍMAX DE NUESTRA ARGENTINA

Esto ya no va sólo para los viejos (y nuevos) amigos de estas Crines Verdes, sino --y muy especialmente-- para los otros cuatro viajeros, que ya tendrán ganas de ver más fotos.
Dejo el texto de Alberto (ojo, tan extenso como sugerente), y las imágenes de Ushuaia, del sur de la Patagonia y del mundo. Que sea él quien hable con su prosa ambulante:

Hagamos un ejercicio de imaginación imposible que nos saque del atolondramiento veraniego y de la simpleza de la cotidianeidad invariable y horizontal con que esperamos que el sol caiga, fuego, sobre vosotros con la misma fiereza, un día y otro, así como las noches vienen, una luna tras otra, a daros tregua. Abramos un mapamundi sobre la mesa más grande y cercana, a vuestro alcance, retomemos de nuestros armarios ese globo terráqueo que hemos utilizado tan poquito a pesar de fingir alegría la navidad en que nos cayó como regalo inesperadamente previsible, y que quedó acumulando polvo y el peso de los días y de la historia cambiante en la oscuridad de doble puerta de chapa y madera, coloreemos sobre una hoja blanca continentes y océanos, bastarán algunos nombres: topónimos generales, accidentes geográficos varios y relevantes. Imaginemos, por otro lado que, en este soñar lo imposible, viajamos al mundo al revés, y donde existe el sol calentando nuestras palmas de los pies (o derritiéndolas) ya no lo hay, ya no se encuentra ahí en lo alto del cielo y una vaga tela blanquecina ocupa su lugar; y allí donde os encontráis sudando grados, hasta cuarenta tal vez, ahora, en este reverso de la moneda que es Cono Sur, tiritáis tres grados, y son bajo cero, pues en este lugar los copos de nieve juegan a bailar en el aire en tanto caen, divertidos, como niños, como duendes, como palabras al azar pescadas en el diccionario, y claro, una alfombra de luz transparente, algodón helado, comienza a cubrir la ciudad. ¿La ciudad? Ahora es vuestro momento, porque habréis de buscar en el planeta la ciudad más al sur que el hombre habita.
Os dejo algunos minutos hasta que me ubiquéis en ese lugarcito en vuestro mapamundi desplegado, en vuestro globo terráqueo desempolvado, en el mundo que habréis coloreado temblorosamente. Uno. Dos. Tres.
Exactamente: si tus ojos recorren la cordillera andina de norte a sur (al oeste vas dejando la Chile de Neruda, al este de las montañas ves Argentina), sin separarte, casi llegando al final del Cono, cuando la cadena montañosa tuerce su columna vertebral, aparece entonces una región blanca entre lagos y montañas coronadas de espuma o algodón o miles de años o colihues de hoja perenne que llegan cerca de sus cimas, entre valles helados trescientos setenta días por año. El canal que tiene al sur se llama Beagle, y sus aguas son al mismo tiempo las del Atlántico y las del Pacífico. ¿La ciudad? USHUAIA., portuaria, corazón de la Tierra del Fuego. Estoy en Fin del Mundo, y cualquier paso hacia adelante significa un salto al abismo: tan sólo mil kilómetros me separan de la Antártida.




El canal es navegado por catamaranes que transitan sus aguas y otean, pero muy de cerca, sus islas pobladas de cormoranes imperiales y leones marinos. Abrigados hasta las orejas, subimos a la cubierta del barco. El tiempo se volvió inclemente y entonces comenzó a nevar recio, las aguas se encrespearon y golpeaban el catamarán en que navegábamos, y el viento, más que soplar, aullaba como una manada de lobos blancos, haciendo que los copos nevados nos cayeran de costado.

A pesar de todo, de la fuerza con que la naturaleza arreciaba el barco y también el faro, que aparecía erguido, rojo y blanco y solitario, sobre un pequeño islote sobrevolado por las gaviotas, y a pesar del frío de la noche invernal que se adelanta en el fin del mundo, que comienza a descender helada hasta los huesos, a pesar de cumplirse algo que alguna vez debí de leer en 'El viejo y el mar', a pesar de todo esto y agarrados a la cubierta, mirábamos el abismo del canal, sus islas colonizadas por los leones marinos que buscaban la retaguardia de una roca que los protegiera, los cormoranes al abrigo pisando firme, un nevada de la puta que nos parió tragándonos.

Es la imagen más hermosa que mis ojos nunca han visto (comparable tal vez al deseo de saber como mantiene viva la sonrisa la Gioconda), que mis oídos sintieron alguna vez (quizá 'All the world is green', de Tom Waits), semejante sólo al temblor de ciertos versos de Neruda, o el capítulo 7 de Rayuela susurrado al oído de una Maga, la invitación de Garcilaso en su soneto xxiii, la perfección con que Borges cierra sus cuentos, la tierna creación de Antoine Doinel.









Ushuaia. Isla de Los Lobos. Parque Nacional Tierra del Fuego. Patagonia. Fotos (c): Jesús Martín Camacho.2008

1 comentario:

蚵仔麵線Jeff dijo...
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