sábado, 12 de noviembre de 2005

LA INICIACIÓN

En la penumbra de una reducida cabina de proyección el rostro fascinado de Totó se acerca lentamente a un hueco, a través del cual un haz de luz lleva la imagen del proyector a la pared del provinciano cine Paradiso, auténtico protagonista de la película italiana Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatore, 1989 (con una versión extendida del 2002). Once años después el autor español más nostálgico -quizá porque su infancia sí que no se puede desligar del cine en todas sus vertientes: sesiones dobles en cines de barrio, libros, afiches de películas, recortables de estrellas, sueños, etc.-, José Luís Garci, vuelve a mostrar la imagen del niño prendado, esta vez con el rostros de Manuel Lozano, de la pantalla, en este caso instalada en la pared de un café pueblerino. La película es You're the one, y su melancólico subtítulo (Una historia de entonces), 2000.
Las dos películas están situadas en tiempos pasados, pero tienen un sentimiento común, una imagen que hacer llegar: la fascinación por el cine, la invitación al sueño más real que la propia vida. Todos hemos pasado por esa época de iniciación. Yo la tuve con las películas de vaqueros, bueno, a decir verdad, con ciertas escenas de ellas: "mamá avísame cuando peleen los indios contra los vaqueros" (mientras tanto, yo escenificaba con mis jinetes la formación en las praderas del pasillo de mi casa); poco después llegaron los maravillosos e insustituibles ciclos de la Segunda Cadena. Con ellos empecé realmente a amar el cine: mi primer contacto con Alfred Hitchcock (Con la muerte en los talones,1959), los hermanos Marx (El hotel de los líos, William A. Seiter, 1938), Tarzán (Tarzán de los monos, W. S. van Dyke, 1932), Gary Cooper (Beau Geste, William A Wellman, 1939), el cine negro (Laura, Otto Preminger, 1944; Los sobornados, Fritz Lang, 1953; etc.)...
No me equivoco si afirmo con rotundidad que el cine ha sido el profesor de mis asignaturas favoritas (latín aparte): la comunicación, las relaciones y la imaginación. Sin embargo echo de menos en los canales de televisión de hoy día (satélites aparte) una atención a este tipo de películas que me ayudaron a crecer, sentir y disfrutar de la vida a través de la ficción. Y es por ello por lo que hoy toca homenajear al único programa de televisión que trae semanalmente una lección de cine, sin excepción, a la que no deberíamos faltar. Mi enhorabuena y, sobre todo, mi gratitud a ¡Qué grande es el cine!. Gracias, Mr. Garci.
Fotograma de Cinema Paradiso, Giuseppe Tornatore, 1989.

1 comentario:

Yol@e dijo...

Salve Iesus !

¿ Por dónde andas ?

Yo estoy desde hace un año en Sevilla, he decidido dejar las frias tierra donde Varo perdió sus legiones y el aguila. Asi que este año me comprometo a orgarnizar por Navidad una buena quedada de antiguos compañeros de clásicas.

Leyendo esta entrada me han entrado unas ganas de ver de nuevo la peli ! Te felicito por el blog, yo el mio lo he tenido unos años abandonado.

Te sigo por aqui, besitos