Ayer, mientras me disponia a elegir las imágenes que quería mostrar, ya veía que la tarea iba a ser difícil. En un principio tenía más de cincuenta, demasiadas. Pero conforme descartaba, a cada click de ratón, iba recordando la historia que estaba detrás del rostro que eliminaba (¡tranquilos, no las voy a contar!). Demasiado dolor para un nostálgico empedernido. No he podido remediarlo: aquí os dejo con una seguna (y última tanda):
7 comentarios:
Oh *-*
Jo, me gustan (:
La magia del retrato no está en la improvisación o en la historia que cuenta, o deja entre ver, el mismo. Analiza tus fotos como si no conocieras a la gente y descubrirás que la magia está en los ojos retratados o en la mirada.
Eso es lo que hace al retrato un arte tan hermoso y difícil de dominar.
Efectivamente, amigo Víctor: el ojo que ves que te mira, al decir machadiano.
Unas fotos preciosas, querido Jesús.Sin duda llenas de naturalidad y encanto. No sabes como te echamos de menos, vuelve pronto para hacernos una visita,¿no? Besos.
Mary
Gracias, Mary. Espero volver a ir en la segunda semana de Julio. Ya te avisaré para que nos veamos, ok?
Muchos besos.
A algunos de los retratados los conozco. Extrañamente, el resto me resultan familiares. Será por ese algo. Enhorabuena por las fotos. Y por las historias que encierran.
Besos, Maca
¡Qué alegría verte por aquí! ¿Verdad que dan impresión de compartir algo con los que aparecen allí?
Muchos besos.
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