miércoles, 29 de septiembre de 2010

PICANDO FINO

En la primera planta del restaurante bebíamos, charlábamos y comíamos. En ese orden según su duración. Había sido un vuelo de doce horas. La luz cambiaba y seguíamos charlando y bebiendo; ya no comíamos. El cuerpo se dejaba resbalar de la silla; las palabras colgaban de los labios; las copas, de las manos. Se espaciaban los silencios; se distraía la mirada. Allá abajo, el chef miraba a lo alto y sonreía: lentito, relájense. Mano segura en el corte, precisión y ternura en cada paso, una enésima primera vez para cada toque. Disfruten allá arriba, yo lo hago acá en mi espacito.


¿Cantará él las palabras del poeta?:

Desde que te fuiste
cocino cada día
tus platos favoritos,
mi dolor con ajos,
mi amargura en almíbar,
me humillo las pestañas
remuevo mi tristeza a fuego lento
y le pico muy fino
tu sonrisa.

De ¿Trinchera o Tumba?, (c) Agustín Corrales Domínguez.
Restaurante Estancia La Asunción en Palermo, Buenos Aires. Foto: (c) Jesús Martín Camacho.2008.

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