viernes, 25 de septiembre de 2009

WARLOCK. AÚN HAY VIDA AL OTRO LADO DEL PECOS.

Para Paco Martín, que las ha visto todas, incluso las no estrenadas.

Me llamo Jesús y me gustan las películas del oeste. Desde pequeño, y cada vez más. Hay más, mucho más, que prototipos de vaqueros a tiempo completo, ganaderos soberbios, maestras de escuela, oficiales rectos como la línea del horizonte, pistoleros a sueldos... de ellos mismos, el barbero -casi nunca muere-, el amigo indio -casi siempre-, el médico -amén de la botella y el láudano-, las prostitutas de ética impoluta, el casino, etc., etc., pero hay mucho, mucho más. No digo nada, sólo mis diez películas del oeste. Véanlas. Revéanlas.

1.
Centauros del desierto, The searchers (John Ford, 1956): esas puertas, esos cuadros, esos techos.
2. Fort Apache, Fort Apache (John Ford, 1949): El coronel Owen Thursday, la cabezonería y aún se ven las banderas.
3.
Pat Garret & Billy el Niño, Pat Gar
ret & Billy The Kid (Sam Peckinpah, 1973): De amistad y de muerte, los tiempos están cambiando, la lírica.
4.
Sin Perdón, Unforgiven (Clint Eastwood, 1992): El último pistolero, es duro matar a un hombre, le quitas todo lo que tiene y todo lo que podría tener.
5.
Río Bravo, Rio Bravo (Howard Hawks, 1959): La tragedia clásica, el Toque de Degüello.
6.
Raíces Profundas, Shane (George Stevens, 1953): "¡Alguien viene, papá!", "¡Shane, vuelve!"
7.
El jinete pálido, Pale rider (Clint Eastwood, 1985): Y Shane volvió.
8.
Dos cabalgan juntos, Two rode together (John Ford, 1961): codo a codo, montura a montura. Y muchas cosas que no se dicen.
9.
La diligencia, The Stagecoach (John Ford, 1939): un viaje de cambios y metacinematográficamente iniciático.
y 10. Tombstone, Tombstone (George P. Cosmatos, 1993): Val Kilmer como el mejor Doc Holliday. En serio.


Y, ahora, la sorpresa. La novela del oeste. Warlock. Un pueblo donde la llegada de la ley para establecerse es un deseo, una amenaza, un evento necesario. Un puñado de almas con demasiadas vivencias. Una maravilla. Y ningún personaje lineal.

El calor era como una manta; tenía dimensión y peso.

Blaisedell retrocedió un paso, manteniéndose en el recuadro de sol junto a la puerta. Volvió a ponerse el sombrero, le dio un golpecito y volvió a recorrer la estancia con la mirada. Ninguno lo miró esta vez.

-Puede que alguien resulte muerto, juez –dijo Blaisedell en tono grave-. Pero esto es entre ellos y yo, porque ¿quién saldrá más perjudicado?

-Todos los hombres –repuso el juez.

Blaisedell se ruborizó, volviendo a adoptar la expresión arrogante que se pintaba en su rostro como una máscara. Pero su voz siguió siendo afable.

-Ha estado usted hablando del orgullo como si fuera algo malo, y no estoy de acuerdo. El orgullo es lo único que vale la pena en un hombre, y lo que le distingue de la manada. Ya lo hemos discutido antes, juez, y ahora le digo que el hombre que no tiene orgullo es un lamentable representante de la especie humana, que tenderá a colmar con whisky esa carencia. Porque el whisky no es más que orgullo con el que uno puede llenarse la barriga.


Oakley Hall, Warlock. Ed. Círculo de Lectores. Trad. de Benito Gómez Ibáñez.





Capela, Badajoz. Foto: © jesús martín camacho. 2004

4 comentarios:

Rocío dijo...

Gracias por el bucráneo. Te prometo ver Tomsbtone, que es la que me falta. Aunque ya sabes que yo sólo pondría westerns de Mr. Ford...

Iesus dijo...

Ay, amiga Rocío, para ti John Ford fue mucho más que el hombre que hacía películas del Oeste. Trabajo me ha costado no poner "El hombre que mató a Liberty Valance" o "Tres Padrinos" o "Río Grande" o "Caravana de Paz" o "El caballo de hierro" o...

Manuel Muñoz López dijo...

me encantan las peliculas antigüas de l oeste por eso en mi blog en peliculas favoritas puse todas en las que salen caballos.Saludos.

Iesus dijo...

Amigo Manuel:
Hay mucha épica, mucha filosofía y mucha estética plástica en la (buenas) películas del oeste. Viendo tu blog, supongo que estarás de acuerdo conmigo sobre todo en esto último.
Un saludo.
PS: ¡Qué pintas tenían esas tagarninas!