jueves, 14 de junio de 2007

LA VILLE DE PARIS ET SES GENS

No se olía la vida. Apenas había personas. La proporción entre fotos de paisajes, monumentos, edificios y fotos con personas era abrumadoramente favorable para el primer grupo.

Pero llegó París. Y la situación cambió. No tenía una especial predilección por este destino, pero a ella le bastó un par de horas para hacerme cambiar de opinión. Me enamoré de la ciudad y de sus habitantes. No de los que tratan con el turista, sino de aquéllos otros a los que no hablaba, a los que sólo miraba, los que estaban haciendo su vida con normalidad -o no, quién sabe-, los que me ofrecieron las mejores fotos. Os los presento:


Ella hace una pausa en su trabajo. Lleva toda la mañana entre flores. No es tan agradable como la gente piensa. Sale a la puerta para tomar un café en vaso de plastico mientras fuma un cigarro y conversa. Un verdadero descanso.



Hay gente que trabaja y gente que ve trabajar. Ha visto a tantos que su mirada ya no la ocupa la envidia, la queja, la amargura o la desilusión. Acepta su modo de vida. Aguarda su destino.

A él sí que le gustaría que le vieran trabajar, no sólo que lo escucharan. Resignado, hace el mismo caso a sus oyentes que ellos a él.


Y hay otro tipo de espera. Tiempo de tranquilidad, tiempo de paciencia. Uno se dedica a observar hasta que llegue el tiempo de irse; otra, serena ante la taza de café, filtra a través del teléfono lánguidas palabras en tono semejante a las que escucha provinientes del otro lado. SU postura es tan relajada como debe de ser la conversación. No puedo dejar de mirarla.


Ella no está serena. Su espera no es calma. Tiene una cita. Está impaciente, quizá nerviosa. Ha llegado temprano. Hay concierto en la calle. Le servirá para entretenerse. Pero apenas le presta atención al principio. Sus suposiciones y perspectivas para la noche se lo impiden. Sin embargo, infiltrándose, la música aprovecha los resquicios y se apodera de su cabeza. Cada vez son menos los pensamientos; cada vez, más las canciones. Le gusta lo que oye. Se siente parte del público. Se deja llevar. No piensa. Ya llegará su cita:


Puede que no haya nada en las esculturas de Rodin que les despierte el deseo. Tal vez su museo, las figuras de la casa, las estatuas paseando por los jardines, el césped, el lago artifical no les incite a la pasión. Probablemente no necesiten nada para buscarse el uno al otro. ¿O sí?


La Ópera es magnífica, sí; el edificio es impresionante, sin duda; uno respira grandeza, por supuesto; pero lo que les entretienen son las palomas.

En el cementerio de Montparnasse, en cambio, los únicos que conversan día tras día con los muertos son los cuervos. Son sus amigos, sus intérpretes, sus dueños.

Demasiados libros en las estanterías de Gilbert. Los jóvenes y bellos se quedan. Los viejos, a los que nadie presta atención, son retirados a los almacenes y, poco después, en grandes sacos, son dejados a la intemperie. Ellos nunca lo harían. La gente se lo reconoce y quién sabe si por afán de posesión, de adquisición gratuita o de placer por encontrar alguna sorpresa, se echa encima de ellos y se los disputan:



La cola para la taquilla. Suerte: hoy no hay mucha gente. Todavía. El estreno: Angel face, de Otto Preminger (1952). Y es en pantalla grande, y en V.O. Realemente, Jean Simmons da miedo.

Podrían ser les amants du Pont-Neuf. Pero no es el Puente Nuevo y -mucho me temo- el tiempo de ser amantes les queda demasiado atrás. Están recogiendo pedazos compartidos. Se los disputan. A partir de ahora cada uno tendrá los suyos. Que hagan con ello lo que quieran -o lo que puedan-.

Fotos: © jesús martín camacho.2007.

1. Montmartre.

2. Bvd. de Sebastopol.

3 y 4. Place Georges Pompidou.

5 y 6. Blvd. Saint Michelle

7. Museo Rodin

8. Escaleras de l'Opéra National de Paris

9. Cementerio de Montparnasse.

10-13: Blvd. Saint-Michelle

14. Cinémas Action ecolé.

15. Pont Marie con Notre-Dame al fondo.

2 comentarios:

Francisco dijo...

Queda claro, una vez más, que Paris sigue siendo una ciudad para continuar descubriéndola con unos ojos y una edad nueva, tanto propios como ajenos, porque siempre te encontrarás con una capital encantadamente distinta.
Ya he estado 2 veces y pienso repetir más adelante para descubrir que me ofrecerá.
Un saludo amigo.

Ismael Ogando dijo...

ah Paris... (ojos risueños)