No me niegues con palabras de otro,
ese camino fue ya muchas veces recorrido:
de él no se conservan retamas ni guijarros,
descanso ni reposo.
Comienza tú uno nuevo,
no hace falta que sea grandioso,
sólo terreno y maleza,
polvo, rastrojos; pero tuyo.
Que sean tus huellas las únicas que lo avasallen,
mis ojos los primeros que lo sufran –los únicos—,
que le lleguen a destiempo, que lo abracen a la vuelta.
mis ojos los primeros que lo sufran –los únicos—,
que le lleguen a destiempo, que lo abracen a la vuelta.
Comienza tú; sin nadie.
© Jesús Martín Camacho. 2005.
Separación (1894). Edvar Munch (1863-1944)
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